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Reportaje:

Quessada ratifica su inmortalidad

Ourense destinará un edificio a la fundación que lleva el nombre del artista

Xaime Quessada profetizó su inmortalidad. Después se puso a vivir pintando y lo hizo desaforadamente en ambos casos, como sólo lo puede hacer quien tiene la certeza de su eternidad. "¡Quesada: estudie, que con la pintura no se va a ganar la vida!", le recriminó en la adolescencia su profesor, el etnógrafo Xaquín Lorenzo Xocas, horrorizado por el escaso interés académico del alumno, empeñado en llenar las libretas con dibujos mientras él explicaba Historia.

Lo recuerda el médico Manuel Peña-Rey, compañero de estudios, camarada del pintor en el PCE y amigo íntimo que esta semana, coincidiendo con el primer aniversario del fallecimiento del artista, lo retrató de un plumazo: "En el colegio no estudiaba, pintaba, y ya de adulto, en su estudio, pintaba a niveles exhaustivos y se alimentaba sólo de fruta".

Autoridades y amigos dedican una semana de homenaje al pintor
La Diputación pide que se acelere la búsqueda de una sede y promete apoyo

Quessada preconizaba su inmortalidad física con un desparpajo y una convicción tales que sus amigos no tuvieron más remedio que creerlo a pies juntillas. Por eso recibieron como un mazazo especial la noticia de su muerte. Un año después, apenas recuperados, no tienen dudas sobre su perpetuidad. "Xaime, ¡eres inmortal!", clamó Peña-Rey con emoción contenida para poner fin a su intervención en un homenaje celebrado el lunes por la noche en Ourense, con la presencia del presidente de la Diputación, José Luis Baltar. Peña-Rey pretendía explicar al Quessada comprometido, al Quessada colaborador del PCE; al combatiente contra el franquismo; al "militante efectivo" y al pintor que retrató en su obra "aquello contra lo que luchaba, imposible como es para un artista liberarse de la propia realidad".

Durante los dos días de homenajes que ha recibido en el aniversario de su desaparición ha quedado claro que nadie lo da por muerto. Ni siquiera las instituciones. El presidente de la Diputación obsequió a los asistentes al primero de los actos de homenaje con un libro Xaime Quessada: artista da xenialidade del escritor y periodista Xosé Manuel del Caño. Trescientas páginas de charlas con el artista en las que se explaya, con su proverbial provocación, en el análisis de su obra y de su mundo inmediato.

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"Descubrí que soy inmortal por la fealdad del cementerio de Santa Mariña (...) Tampoco me gustaría que me enterrasen en la grillera que hizo mi amigo César Portela en la Costa da Morte: un camposanto post-cursi", desvela el artista a Del Caño.

A primera hora de la tarde de ayer, sus amigos más íntimos lo visitaron en su tumba de Señorín (O Carballiño) en donde está enterrado su hijo, el también pintor Xaime Quesada Blanco, fallecido apenas un año antes que él. Pero Baltar ya había garantizado la noche anterior la inmortalidad de ambos.

"Si el Ayuntamiento de Ourense asumió el reto de ofrecer una sede para la Fundación Quessada, la Diputación la apoyará", anunció. "No abundan los geniales y no estamos para dejarlos pasar de largo", justificó. "Ya pasó un año de su muerte y aún no hay nada", lamentó Baltar para proponer de inmediato su nombramiento como hijo predilecto de Ourense.

Minutos antes, el historiador Marcos Valcárcel y el escritor y biógrafo de Quessada, José Goméz Alén, insistieron sobre la perpetuidad del pintor de imagen pública afincada en un verbo constante con el que "lo inundaba todo, con sus ideas expresadas a borbotones y su provocación continua". Una imagen distante de la del Quessada íntimo "ordenado, metódico, riguroso, concienzudo, perfeccionista y trabajador incansable". El amigo de sus amigos que abría todas las puertas y cataba todas las vanguardias, "tan cosmopolita como asentado en sus raíces", y que, en palabras de Valcárcel, representa "lo mejor de la Galicia de nuestro tiempo y la energía del Arte contemporáneo del siglo XX".

Quessada "el inmortal", el excesivo que se sobrevivió durante 70 años y que "llegó a todas partes", incluida la literatura. "El lugar más seguro para guardar el dinero son mis novelas; no hay quien las lea", le dijo a Del Caño en esas memorias habladas en las que muestra su predilección por los búhos (tan presentes en su obra) y por las princesas encantadas y en las que reconoce haber "pintado muchas veces cuadros malos para poder pintar otros mejores".

De izquierda a derecha, Xosé Manuel del Caño, José Gómez Alén, Manuel Peña-Rey y Marcos Valcárcel, en el homenaje a Quessada.
De izquierda a derecha, Xosé Manuel del Caño, José Gómez Alén, Manuel Peña-Rey y Marcos Valcárcel, en el homenaje a Quessada.DIEGO LEMOS

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