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Columna
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Cadarso, rector de la modernidad

Darío Villanueva

El 15 de diciembre de 1933 fallecía en accidente de automóvil Alejandro Rodríguez Cadarso. La conmoción que produjo la muerte del rector compostelano tuvo eco inmediato tanto en los medios académicos como en el conjunto de la sociedad gallega y en la propia sede parlamentaria. Cadarso había obtenido escaño constituyente por la ORGA, y ratificado su acta dos años después como miembro del Partido Republicano Gallego de Casares Quiroga.

No era fácil sustraerse al pesar de su pérdida cuando tanto podía aguardarse de una personalidad tan recia, amable y creativa. Veinte años más tarde, quien en aquellos momentos era un activo universitario, Domingo García-Sabell, recordará su figura en una revista bonaerense apuntando que "se nos fue en plena madurez varonil. Por encima de su obra y escuela -valiosa escuela- dejó huella y recuerdo. Fiel a una ley de Galicia: la de los inacabados".

No pensemos en el destino que les hubiese podido esperar tras el 18 de julio a Cadarso y Novoa Santos

En aquel infausto diciembre de 1933 moría también, a los 49 años, Roberto Novoa Santos. No tiene sentido porfiar en la historia que hubiese podido ser y no lo fue, pero no podemos dejar de pensar en lo que todavía les quedaba por hacer a hombres cabales como Novoa Santos o Rodríguez Cadarso, que coincidieron en la Facultad de Medicina compostelana antes del traslado del primero a la Universidad Central. No pensemos tampoco en el destino que les hubiese podido esperar tras el 18 de julio.

Poco más de tres años fue el tiempo que el rector tuvo para llevar adelante una tarea ingente al servicio de la efectiva modernización de la USC que su muerte, si no frustró por completo, si efectivamente ralentizó. Mucho más grave sería, con todo, la brecha de la Guerra Civil. En la posguerra, la dictadura no aportó el escenario más propicio para el cumplimiento cabal del sueño de Cadarso, que tenía sus fundamentos ideológicos en la Institución Libre de Enseñanza.

Mas cuando hablo de él como radical modernizador de la USC no estoy mirando al pasado. Las directrices más influyentes a este respecto entre los responsables académicos de mi generación fue el Documento de Política para el Cambio y el Desarrollo en la Educación Superior publicado en 1995 por la UNESCO. Se proponían allí tres objetivos principales. En primer lugar, la calidad, ese principio tan universitario de la excelencia. El segundo objetivo invocado era el de la pertinencia, entendida como el acomodo de la Universidad a las demandas y expectativas de la sociedad de su entorno. Y finalmente, la internacionalización, para lo que la UNESCO consideraba fundamental la movilidad y la creación de nexos y redes interuniversitarias.

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Cuando hablamos de Cadarso como modernizador no hacemos sino proyectar sobre su pensamiento, su actuación y su liderazgo estos tres principios, formulados por un organismo internacional 63 años después de su trágica muerte. Su iniciativa de la Residencia de Estudiantes, núcleo del actual campus sur del USC, obedecía a este designio de calidad en términos indudables, que no se limitaba a la pura planificación estratégica del hábitat universitario sino que tuvo especial incidencia en aspectos relacionados con el empuje a la investigación y la excelencia docente, y el logro de una financiación suficiente para lograrlas.

Pero Cadarso fue quien, asimismo, de programar una aproximación de la USC a la realidad de Galicia nunca antes abordado con ideas tan claras. Su creación del Instituto de Estudios Regionales es determinante a este fin, como un centro auténticamente interdisciplinar llamado a convertirse en una "institución fraterna" para el Seminario de Estudos Galegos nacido años atrás con el propósito de suplir la inexistencia de un verdadero plan de investigación ajustado a las realidades del país.

Y en cuanto a la internacionalización, suya fue la creación del Instituto de Estudios Portugueses, que llegó a establecer un programa efectivo de intercambio entre alumnos y profesores de ambas márgenes del Miño tanto en los dominios de la cultura humanística como de la científica.

¿Está todavía a tiempo Galicia de reconocer la huella de este rector muerto hace 65 años? Sin duda: basta con recordar todas las evidencias que confirman el carácter de Alejandro Rodríguez Cadarso como el gran modernizador de nuestra Universidad, con una visión de futuro que incluso hoy, desde nuestra posmodernidad de comienzos de milenio, apreciamos en todo lo que vale, y en su vigencia.

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