La directora de los presos
Silvia Alonso, de 32 años y embarazada, está al frente de la cárcel de Teixeiro
Joven, mujer, embarazada y al frente de una de las grandes cárceles del noroeste de España, la penitenciaría provincial de Teixeiro (A Coruña) con 500 funcionarios y unos 1.700 reclusos. Silvia Alonso (Madrid, 1976) es consciente de que representa en sí misma lo que propugna, un cambio de imagen del mundo carcelario y un "abrir la prisión lo más posible al exterior".
"Los estereotipos sobre las cárceles son muy distintos de la realidad. Todos tienen una idea muy diferente de lo que es. Sólo sale la mala imagen, pero es necesario contar también la parte buena de esta realidad". Cambiar la imagen de la cárcel y dar la opción a los internos de estar hasta donde sea posible en contacto con el exterior "es responsabilidad de todos, no sólo de nosotros los funcionarios de prisiones", comenta. "La gente se olvida de que los reclusos son parte de la sociedad".
Ya son doce las mujeres al frente de unas cárceles con un 8% de presas
Lleva apenas dos meses como directora del centro de Teixeiro, un cargo que asumió a las pocas semanas de enterarse de que estaba embarazada de su primer hijo. Y aunque sabe que su nombramiento debió causar sorpresa dentro y fuera de la prisión, asegura que independientemente de que la llamen "jefa" -los que menos-, directora o simplemente por su nombre de pila, como ella prefiere, todos en un mundo esencialmente masculino como éste asumieron "con normalidad" su llegada.
"No he notado un trato distinto por ser mujer. Pero es verdad que aún hay una imagen peyorativa en el hecho de ser funcionario de prisiones, levanta morbo", asegura Alonso Donís. Mi familia y mis amigos siguen presentándome como "la que trabaja en prisiones".
Licenciada en Derecho, Silvia Alonso subraya que su elección por hacer carrera en la administración penitenciaria es total y absolutamente "vocacional". "Empecé como voluntaria de una ONG que trabajaba con las madres reclusas en Carabanchel y me gustó". A los 26 años sacó la oposición y fue destinada en la cárcel pontevedresa de A Lama, donde ejerció un año como jurista y cuatro de subdirectora antes de desembarcar, el 27 de octubre, en la dirección de la penitenciaría de Teixeiro. Un ascenso "rápido" que atribuye al empeño del Gobierno de Zapatero de cambiar y modernizar la administración de los presidios.
Ya son una docena de mujeres al frente de cárceles españolas en las que las presas sólo representan el 8% de la población reclusa y las funcionarias, también muy minoritarias, acaban de conseguir poder optar a plazas hasta ahora reservadas únicamente a los hombres. "Las internas son las más participativas, con diferencia. Hay que procurar que no sea un colectivo perjudicado por ser minoritario". En Teixeiro, las 80 integrantes del módulo de mujeres y las 30 del de madres, donde también viven doce niños de hasta tres años, no van a tener una atención privilegiada, pero sí permanente.
Alonso, aún enfrascada en rondas de reuniones y consultas para cumplir su propósito de conocer y escuchar las demandas de cada uno de los que trabajan y viven tras las rejas, asumió con "mucho respeto el reto muy grande" que supone dirigir una cárcel, "compleja y grande como ésta" en la que no conocía a nadie. Le "encanta" su trabajo, "muy complicado porque lo es la convivencia con extraños" y más en un mundo cerrado como el de las prisiones.
Aunque aún está perfilando proyectos concretos, la directora de Teixeiro tiene claro que va a "hacer las cosas con calma". Le ayudó en este aspecto, dice sonriente, su embarazo. "Tengo muchas cosas que ver, mucha gente con quien hablar y consultar. No quiero hacer una revolución, montar cosas por montarlas, es básico antes conocer y entenderse con mi equipo, escuchar a la gente que lleva años aquí. Tenemos un lujo de plantilla y yo quiero que trabajen contentos. El centro, aún complejo y masificado, un problema generalizado en las prisiones españolas, funciona bien, y hay que ver que cosas se pueden mejorar". En sus preocupaciones también están la de sus "administrados, los internos". "Trabajo para ellos, es fundamental que tengan acceso a actividades del exterior, que se sientan parte de la sociedad, darles la opción que su reclusión sea lo más provechosa posible". "Lo más desagradable es cuando muere un interno".
Sin tiempo ni siquiera para "personalizar" un despacho semivacío y formalista, sin más nota personal que las tarjetas navideñas que colocó de adorno en un rincón, Silvia Alonso suspira cuando se le menciona la tragedia causada por un preso de A Lama, quien aprovechó un permiso para matar a su novia y herir a tres personas. "Un fallo humano de nuestra parte nos cuesta mucho más que en cualquier otro ámbito, tiene más repercusión y es más preocupante. Pero la imagen de las cárceles ya cambió, para nada tiene que ver en España con la idea de represión, corrupción y malos tratos que se ven en las películas norteamericanas. A mí no me pilló la peor época".
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