Continuidad de la línea de acción
Comisiones Obreras vivió ayer una jornada especial, con un cambio importante en su historia: por primera vez el candidato oficial a la secretaría general pierde el cargo en un Congreso. Los 1.001 delegados dieron la victoria, con un resultado muy ajustado, a Ignacio Fernández Toxo sobre José María Fidalgo, que ha ocupado el puesto durante los últimos ocho años.
Ésa es la única alteración. La disputa ha sido más de forma que de fondo. Las diferencias son básicamente de talante, porque la línea estratégica del sindicato seguirá la marcada por la ejecutiva que presidía Fidalgo y de la que Toxo formaba parte como secretario de Acción Sindical. Es decir, unidad de acción con UGT y diálogo social con la patronal y el Gobierno, con la defensa de los derechos de los trabajadores como mandamiento principal. Y si tiene que ejercer mano dura, lo hará. Ayer mismo criticó al Gobierno por considerar la subida del salario mínimo como corta.
De talante reflexivo y de convicciones firmes frente al más fogoso e impulsivo de Fidalgo, y considerado más a la izquierda, tendrá que dirigir un sindicato que sale dividido de esta pelea, con una mayoría exigua en la ejecutiva, donde deberá imponerse el mensaje conciliador que sale del Congreso y aplacar los enfrentamientos larvados de la mayoría con los críticos. Es la oportunidad de terminar con esas diferencias.
La candidatura de Toxo respondió, precisamente, a un problema de convivencia en el seno del sindicato que se trasladó a la ejecutiva y que se agravó en los últimos años. Proviene de una disputa interna dentro de la corriente mayoritaria. A Fidalgo le criticaron de mantener criterios más derechistas que no gustaron a muchos de su propia corriente (la que representó Toxo) ni por supuesto a las alas críticas que encabezaban Rodolfo Benito y Agustín Moreno, ahora retirado.
El enfrentamiento estalló el pasado verano, cuando ya se aproximaba el Noveno Congreso. Las discrepancias sobre la celebración del Congreso de Cataluña antes que el Confederal dejaron al descubierto las diferencias. Pero eso fue la gota que colmó el vaso para que los oficialistas descontentos y los críticos presionaran a Toxo para que se presentase.
Y este "gallego de lluvia y calma", como le gusta autodenominarse tomando el poema de Miguel Hernández Vientos del Pueblo, sintió que era su oportunidad, probablemente la última a sus 56 años, de alcanzar el máximo cargo de la organización en la que lleva desde que entró de aprendiz en Bazán (hoy Navantia). De ahí saltó a secretario del Metal, cuyo sucesor (Felipe López) acabó apoyando a Fidalgo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.