FeijÓO9 contra el Dr. Bipartito
En la presente entrega de la saga, Quantum of Solace un reinventado James Bond persigue por cualquier medio necesario a los malos. Obtiene así un quantum de consuelo tras la traición de su amada Vesper, muerta en Casino Royale. Tal vez sea el grafismo electoral elegido, o el espíritu navideño, pero parecen ciertas las similitudes entre la estrategia Popular y el argumento del último OO7.
Ese ocurrente juego de FeijÓO9 invita a la comparanza, a imaginar títulos impactantes como "FeijÓO9, sólo se gobierna dos veces" o "FeijÓO9, Galicia nunca es suficiente". El argumentario Popular compendia al más clásico Bond. Nuestro héroe persigue incansable al Bipartito, un malvado de rostro variable -ahora QuinTV, ahora Touriño desmelenado a lo Noel Gallagher. Y que al volante de su bizarro Audi blindado o mientras bebe martinis enfriados en lujosas neveras portátiles, pergeña planes malignos contra el galleguismo cívico, el bilingüismo cordial, el Ballet Rei de Viana o el Supermartes; todo cuanto amaba nuestro protagonista y nos hizo esa potencia envidiada en el orbe entero. Entre todas, ninguna maldad tan infame como el Plan Galicia, el auténtico El Dorado Popular, su paraíso perdido de tuneladoras y trenes-foguete, que el Gobierno Aznar iba a terminar en plazo invirtiendo la mitad de cuánto ahora presupuesta el Gobierno Zapatero, quien incumplirá; no por dinero, sino por desprecio a los gallegos.
No todo era perfecto en la Baviera gallega: había caciques, útiles entonces, poco modernos ahora
Como en la película, nuestro héroe intenta reinventarse. Admite que no todo era perfecto en la Baviera gallega. Hubo errores como la Cidade da Cultura, una buena idea que se les fue de las manos hasta convertirse en el despiste más caro de la historia. Había caciques, útiles entonces, pero poco modernos ahora. O tampoco reformaron el voto emigrante, pero fue porque se liaron porque querer, querían. Ambas sagas adolecen del mismo problema: fallan los guiones. En el caso de FeijÓO9, son tan pésimos que acaba siendo el malo en sus últimas aventuras.
Por ejemplo, en el exótico Mos, entre idílicos parques industriales y un urbanismo de ensueño, los Populares barajan una moción de censura desesperada ante el caos bipartito, pero deben usar las cloacas del transfuguismo. FeijÓO9 da orden de parar porque unos buenos principios valen más que el buen final de una alcaldía. En vano. Aquello acaba convertido en una vulgar Marbella, con Louzán en el papel de Jesús Gil, el tránsfuga haciendo de sí mismo, el Concello rodeado por un batallón de matones de esos que suelen estar al servicio de los malos, no de su Majestad y FeijÓO9 haciendo que parezca un accidente.
Nuestro hombre ha dado lo mejor de sí mismo en su lucha por salvar al bilingüismo cordial de un despiadado plan Bipartito para imponer la tiranía del gallego, convirtiendo al castellano en marginal, alejándonos de Europa y condenando a nuestros hijos al paro, la idiotez y quién sabe si la impotencia. Precisamente una organización europea, el Consejo de Europa informa por escrito que el problema por aquí es hablar gallego, vivir en gallego y ser educado en gallego. FeijÓO9 mentía y los buenos no mienten. Ni siquiera comparece para defenderse con el mismo argumento de las voces de Galicia que claman por la liberación de los castellano parlantes: qué demo sabrán esos ignorantes europeos.
Y lo peor de todo. Nuestro héroe ha luchado siempre contra el sectarismo nacionalista armado con su espíritu centrista. Pero Fraga, su mentor, el Patrón del Paraíso Perdido, proclama en un arrebato que a los nacionalistas se les pondera colgándoles de algún sitio. En Génova, explican que Don Manuel tenía en la cabeza al sabio emperador Augusto y su ejemplar uso de la pesa romana. El resto de la humanidad se inclina por la imagen de Roy Bean, el juez de la horca. Acostumbrado a tener que dar explicaciones cuando cualquier nacionalista catalán, vasco o serbobosnio abre la bocaza, Quintana las pide, pero FeijÓO9 calla y otorga. Una vez más, en el momento cumbre, convertido en el malo de un guión mediocre. Le queda el consuelo de la comprensión presidencial. Touriño califica las ponderaciones de Fraga como "malas para el pluralismo". Con todos los respetos, Presidente, colgar a alguien es, sobre todo, malo para su salud.
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