El partido de los imputados
Si todos los alcaldes, concejales y cargos públicos imputados en España se reagruparan en un único partido político tendrían representación en localidades de todas las comunidades autónomas, un discurso similar -todos se declaran inocentes- y sería una formación política transversal, ya que hay gente de derechas, de izquierdas, nacionalistas, no nacionalistas, centristas e independientes. Se desconocen los resultados electorales que podrían obtener bajo unas mismas siglas, pero si es verdad que la unión hace la fuerza está acreditado que muchos de ellos actuando por separado lograron en las pasadas elecciones municipales mejores resultados de los que tuvieron antes de llevar la sospecha de ser imputado detrás del nombre y de los dos apellidos.
Hubo un tiempo en que la mayoría de los imputados cuando alcanzaban esta categoría se iban a su casa o directamente a la cárcel. Tanto en uno como en otro sitio se declaraban inocentes -en eso apenas ha cambiado nada con respecto a la situación actual-, pero decían que abandonaban el cargo para defenderse mejor y no manchar la imagen de su partido, que a esa altura de la película apenas conservaba una mínima pulcritud. Esas declaraciones las solía hacer el imputado un minuto antes de que su respectivo partido se quisiera quitar los churretes expulsándolo de sus filas. Eran los tiempos en los que la presunción de inocencia estaba a la misma altura que la presunción de decencia, y los dirigentes políticos se despechaban estos incómodos compañeros acordándose de la mujer que tuvo una vez un césar.
Sin embargo, desde la entrada en vigor de la moneda única en el urbanismo, los billetes de 500 euros, las cosas cambiaron una barbaridad. La mujer del César quedó sepultada por el cemento y con ella el histórico equilibrio que existía entre el serlo y el parecerlo. De ahí que en la actualidad haya concejales, alcaldes y algún presidente de diputación que siguen en sus cargos a pesar de parecerlo, mientras su partido confía en que el lento proceder de la justicia sea un poco más lento que ayer, pero algo menos que mañana.
Un ejemplo concreto de que las cosas pueden ser verdad aunque parezcan mentira se da en Estepona. En esta localidad, si los imputados que mantienen su acta de concejal se uniesen pasarían directamente a convertirse en el grupo municipal mayoritario en el consistorio, con ocho concejales. El hipotético grupo de los imputados tendría un edil menos que todo el equipo de gobierno, que está formado por concejales del PSOE, IU, PA y Estepona 2007. Quizás ayude a hacerse una idea el hecho de que de los 25 concejales que salieron elegidos por sus respectivos partidos en las municipales, diez están imputados en el caso Astapa y sólo dos han renunciado a su acta. No es que uno crea que ésta puede ser la solución para el bipartidismo en España, pero podría ser Estepona la punta de lanza para un futuro proyecto político: el partido de los que ni tan siquiera creen que el César estuviera casado.
Cuando uno va a Sevilla pierde la silla. Sin embargo, cuando uno va a la cárcel no pierde el sillón. José Ignacio Crespo y Manuel Reina, que el pasado miércoles salieron de la prisión de Alhaurín de la Torre, tras abonar una fianza de 150.000 euros por los cinco meses y medio de estancia, volverán a su asiento en el pleno del ayuntamiento de Estepona. Como hará el jefe de gabinete del ex alcalde Antonio Barrientos, José Flores, que es funcionario en plaza. Pensaran lo mismo que dijo Barrientos al salir de prisión: "Mi patrimonio es tener la conciencia tranquila". No es precisamente ese el patrimonio que le preocupa a la ciudadanía, sino el que le han esquilmado y cuyo paradero se investiga. Al César lo que es del César. A los ciudadanos lo que es suyo. Y a los partidos recordarle que es cierto que el César tuvo una vez una mujer.
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