Una ciudad para David, ocho años
En Micropolix, un parque de ocio educativo, los niños juegan a habitar una urbe
"¿Quién estaba dentro del edificio? ¿Cómo sucedió el incendio? ¿Qué hizo el fuego? ¿Cuándo y dónde sucedió? ¿Por qué pasó?" garabatean en una cuartilla David y Pedro, de ocho años. Están en la sala de redacción del periódico EL PAÍS de Micropolix, el nuevo parque de ocio educativo que ayer abrió sus puertas a los niños de los colegios de San Sebastián de los Reyes, ciudad donde está ubicado el centro. Los pequeños han elegido ser reporteros y cobrarán por su trabajo 30 eurix, el sueldo estipulado para todos los pequeños que juegan a ser mayores, ya sean reponedores del supermercado o médicos.
Hay ayuntamiento, teatro, radio, hospital, banco, autoescuela, biblioteca, cibercafé, universidad, bomberos, oficina de empleo... Lugares donde los chavales -como si fueran adultos- trabajan, disfrutan de su tiempo libre (en el cíber, en la biblioteca, en la discoteca o el teatro, previo pago del servicio) y realizan las gestiones que necesitan para ser considerados ciudadanos de pleno derecho.
"Al llegar les damos una billetera con 100 eurix, un pasaporte y un plano"
Juegan a trabajar, ganan un sueldo y pagan por los servicios
"Según llegan les damos una billetera con 100 eurix , un pasaporte donde quedan registradas las actividades que hacen y un plano para que se orienten", explica Laura Soler, del departamento educativo del parque. "Pretendemos que aprendan y se diviertan. Y sí, un niño puede perder todo su dinero en una hora, pero eso es también una experiencia. Tampoco le decimos que eso está mal, si se lo ha pasado bien. Aquí no hay éxitos ni fracasos. Para que siga con actividades, los monitores le explicarán cómo pasárselo bien, trabajar y volver a tener dinero. Porque aquí todos los empleos son satisfactorios y todo está pensado para que se diviertan y experimenten", señala Soler. La pasarela de moda, por ejemplo, obliga a los modelos a desfilar, pero disfrazados con trajes de historia y previa explicación de cómo eran esas sociedades.
Si se quedan sin dinero, pueden trabajar y en sesiones de 20 minutos, lo que dura cada actividad, hacer de pinchadiscos, cámara de televisión, operario de una planta de reciclaje o cualquier oficio de los muchos que requiere la urbe. Todo, eso sí, dirigido por más de un centenar de monitores que les guían y explican cómo son sus trabajos y funciona la ciudad. Son los únicos mayores que pueden trabajar con los niños. Los padres, que sí pueden acompañarles, tienen que quedarse fuera y dejarles jugar a ellos solos.
Así, David y Pedro, los jóvenes reporteros -en su juego de periodistas- tras indagar y preguntar a los bomberos por el incendio de la mañana (todos los días se simula uno y entran en acción los niños policías, bomberos, periodistas y médicos) acuden a la policía para saber más del suceso. Tras recabar esa información, y antes del cierre del diario, buscan la mejor imagen para ilustrar su noticia y la manera de redactar qué ha pasado. Tras la actividad, dicen que quieren ir al circuito de coches -una de las actividades estrellas del parque- y muestran orgullosos sus carnés de conducir. Para sacárselo antes han tenido que superar un examen teórico, otro práctico y pasar por una gestoría donde les han instruido sobre señales de tráfico y urbanidad. Para que los niños no se queden sólo en esta atracción, la actividad cuesta 75 eurix, un precio que les impide repetir y repetir. Una de las profesoras que acompaña a un grupo de pequeños de seis años muestra su recelo ante el posible consumismo que podría suponer darle dinero a los niños. "Aunque la vida es así y ellos ya van al colegio con monedas para chucherías", dice.
Lo cierto es que la ciudad, pensada para niños de cinco a 13 años, con capacidad para acoger hasta a 2.000 personas, es un mar de críos que durante las cuatro horas que se les abre el parque corren de actividad en actividad para experimentar qué se siente al ser mayor. "Es como una ciudad sin padres en la que trabajas, ganas dinero y puedes hacer lo que quieras. Te sientes muy libre", afirma Irina, de 11 años. Sale corriendo, ya que quiere intentar pilotar el avión del parque.
Micropolix (calle de Julio Rey Pastor, 17, Parque Comercial y de ocio Alegra, San Sebastián de los Reyes). Precio: 22 euros por niño; 12 euros para niños en visitas escolares y 6 euros por adulto. Abre de martes a viernes para colegios y viernes por la tarde y fines de semana para el público general.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.