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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una colada particular

Brillante, mordaz y dramático. El dúo que forman los coreógrafos y bailarines Mar Gómez y Xavi Martínez en Dios Menguante es realmente apasionante. Este espectáculo, que puede verse hasta mañana lunes en el Sant Andreu Teatre (SAT), le valió a Gómez el premio Max de este año como mejor intérprete de danza y es incomprensible que, pese a llevar dos años de rodaje, no se hubiera presentado todavía en Barcelona. Aunque dolida por este hecho, Gómez -de cuya compañía poco sabíamos en Barcelona desde que en 2002 presentó en el TNC su espectáculo La Casa de l'Est- no desfallece. Ahora está ya preparando su próximo espectáculo, que se estrenará el 22 de febrero en el Teatre Modern de El Prat de Llobregat, donde es compañía residente.

DIOS MENGUANTE

Dirección artística: Mar Gómez. Coreografía: Xavi Martínez. Interpretación: Mar Gómez y Xavi Martínez. Música, de diversos autores. Escenografía, de Joan Jorba. Vestuario, de Mariel Soria. Diseño de luces, de Sandra Caballero. Sant Andreu Teatre (SAT). Barcelona, 5 de diciembre.

La fascinación que Mar Gómez y Xavi Martínez sienten por la Italia de Federico Fellini y Nino Rota -la música de este último es determinante en Dios Menguante-, les ha llevado a crear un dúo intenso y voluptuoso, con numerosas referencias a las películas nacidas de la colaboración de ambos artistas, pero que también coquetea con la película de Ettore Scola, Una jornada particular, que protagonizaron Sofia Loren y Marcello Mastrionani.

La coreografía se desarrolla en una azotea bajo un intenso cielo azul. Es el encuentro de un ama de casa con un sacerdote a la hora de la colada. Ella no deja de pelearse con la lavadora, mientras él lucha con sus contradicciones interiores. La pasión y el humor esculpen el gesto de estos dos bailarines que son físicamente tan distintos. Mar Gómez es una auténtica matrona italiana, con un gesto histriónico y expresivo con el que realiza un baile terrenal y recio; Xavi Martínez, en cambio, tiene un baile ágil y alado. Ambas personalidades crean un interesante contraste que hipnotiza al espectador. La fuerza de algunos de los fragmentos de Dios Menguante hace que sea difícil para sus protagonistas mantener el ritmo ascendente durante los 60 minutos que dura la obra, por lo que hay algunos momentos de vacío coreográfico. Con todo, ambos intérpretes crean imágenes sugerentes en varias escenas, mientras canciones de Tosti o fragmentos del Don Giovanni de Mozart mecen el baile de esta pareja destinada a la tragedia.

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