El 'Rosamar' se hundió a 24 millas de la costa en medio del temporal
Tres de los trece tripulantes murieron enredados entre los aparejos del barco
Ayer había mar de fondo en Burela, aunque Basilio Otero, el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, se esforzaba en explicar que lo que se apreciaba en la costa "no tiene nada que ver" con el oleaje del lugar donde se hundió el arrastrero Rosamar. "A 24 millas es otro mundo", razonó el patrón, quien, de todas formas, quiso aclarar que en otras ocasiones se ha salido a faenar en peor situación. "No hay que echarle la culpa a eso", precisó. Una vía de agua o el propio temporal son las hipótesis que se barajan para justificar la tragedia que ayer se vivió a bordo del Rosamar, un arrastrero con bandera portuguesa y propiedad de armadores del puerto lucense de Burela, en el que fallecieron tres marineros, cinco han desaparecido y otros cinco fueron rescatados con vida.
Eran las cinco de la madrugada de ayer cuando el Rosamar salió del puerto de Burela con 13 tripulantes -8 portugueses y 5 indonesios- para faenar en aguas del cantábrico merluza y chicharro. Poco después, a las 8.45 horas, cuando el arrastrero se había alejado 24 millas de la costa lucense, la embarcación, por causas que todavía se desconocen y que ahora se investigan, se fue a pique y se activó la radiobaliza de alarma. Uno de los tres armadores, pertenecientes a la familia Labayén y propietarios de otros tres barcos de altura y de la empresa Pescaderías Labayén, con sede en la localidad portuguesa de Matosinhos, cercana a Oporto, fue el encargado de confirmar el siniestro de la embarcación tras unos primeros instantes de duda, en los que se llegó a pensar que incluso se había tratado de una falsa alarma.
Hasta el lugar se desplazaron medios aéreos y marítimos. Muy pronto el helicóptero Pesca II, de la Consellería de Pesca, consiguió rescatar a cinco tripulantes -cuatro portugueses y un indonesio-, entre los que se encontraba Sérgio Da Silva, de 29 años, sobrino del patrón del arrastrero siniestrado, Mário Castanho Da Silva, de 53 años, que figura entre las víctimas. Los mismos medios de rescate lograron localizar a otros tres tripulantes, ya sin vida y atrapados en las redes de la embarcación, cuyos cuerpos fueron izados a bordo de una de las embarcaciones de Salvamento Marítimo sobre las 14.15 horas y luego trasladados al puerto de Burela.
Las labores de rastreo prosiguieron con el helicóptero Helimer Cantábrico, el avión Rosalía de Castro, dos barcos de intervención rápida de Salvamento Marítimo y los remolcadores María de Maeztu y Hermanos García Nodal, pero no consiguieron localizar a ninguno de los cinco desaparecidos. A última hora de ayer, estaba previsto que los trabajos de rescate continuasen durante la madrugada por parte de los remolcadores y se incrementarán los medios, tanto los aéreos como los marítimos, cuando la visibilidad lo permita durante el día de hoy.
Atrás queda una nueva jornada trágica, en la que el dolor se vio especialmente reflejado en el rostro de Pina, la mujer del patrón del Rosamar, Mário Castanho Da Silva, que viajó desde Portugal hasta A Coruña convencida de que su marido se encontraba entre los supervivientes. Acompañada por un cuñado, se vino abajo cuando se enteró que el mar había devorado la vida de un marinero experto, que había iniciado su actividad a la temprana edad de 14 años y era patrón desde los 25. "Era un hombre que lo sabía todo de la pesca de arrastre", apuntó la familia del marinero antes de confirmar que llevaba dos años como patrón del Rosamar.
La mayor parte de los marineros portugueses del Rosamar son oriundos de la localidad de As Caxinhas (Vila do Conde), un lugar donde están casi tan acostumbrados a la tragedia como en Burela. "Por desgracia estas cosas no faltan nunca; pero bueno, la gente de la mar tenemos que ir a trabajar de todas maneras y a veces la mar no nos deja", sollozó el patrón mayor de Burela, Basilio Otero.
Hoy o el próximo martes, una comisión permanente del Ministerio de Fomento, presidida por el subdirector general de Seguridad Marítima y Contaminación, Francisco Suárez-Llanos Galán, será la encargada de tomar las primeras declaraciones a los marineros rescatados con vida.
19 víctimas en 3 años
La tragedia de ayer es la tercera que golpea, en tres años y medio, el puerto lucense de Burela, uno de los más importantes de la costa Cantábrica, con un saldo de 14 marineros muertos y, por el momento, cinco desaparecidos. Todavía está muy reciente mayo de 2007, cuando el pesquero Nuevo Amadorín naufragó en la costa de Ribadeo y segó la vida del patrón y su hijo, ambos vecinos de Burela, y la de un marinero peruano.
En el pueblo está también muy presente el doloroso recuerdo del Siempre Casina, un volantero que el 22 de febrero de 2005 naufragó en aguas del Cantábrico y acabó con la vida de ocho de sus nueve tripulantes. Cinco eran extranjeros: dos peruanos, dos senegaleses y un caboverdiano.
Fue la preor tragedia de los últimos años, que ayer revivió en la memoria de los burelenses cuando el Rosamar se fue a pique, de nuevo con víctimas extranjeras, en esta ocasión portugueses e indonesios. Una prueba más de que los jóvenes locales ya no quieren ganarse la vida en la mar, como hicieron sus padres.
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