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Reportaje:

Irlanda cuenta cuentos

Seis montajes en Madrid y Barcelona subrayan el vigor narrativo de la escritura dramática irlandesa actual

Javier Vallejo

Hay quien piensa que el teatro proviene del rito y que al rito ha de volver, y quien cree que nació para transmitir de manera vívida el mito. El teatro irlandés brota de una tradición oral secular fantástica y de la necesidad de un pueblo de explicarse a sí mismo. De ese sustrato narrativo donde lo cotidiano se alea con lo sobrenatural nació un teatro hipnótico. Sus autores tratan al público como Sherezade al sultán: no le dan respiro. Brian Friel, Conor McPherson y Martin McDonagh, los tres dramaturgos actuales de sangre irlandesa con mayor proyección internacional, tienen media docena de obras en España en cartel o en capilla. La sala Beckett de Barcelona le dedica un ciclo a McPherson; la Guindalera de Madrid, otro a Friel, y el Lliure prepara la versión catalana de El hombre almohada, de McDonagh, en gira en una espléndida producción en castellano.

McPherson (Dublín, 1971) y McDonagh (Londres, 1970) tienen en común su precocidad. El primero ganó el Premio Laurence Olivier a la mejor obra nueva estrenada en el Reino Unido con La presa, escrita con 26 años. Manel Dueso, que hizo un montaje fantástico de esta obra en Barcelona, en el Romea, estrena la semana próxima, en la Beckett, Dublín Carol, otra pieza con unidad de lugar y acción, que sucede casi en tiempo real. "Ante la fatalidad, McPherson sugiere vivir al máximo en vez de dejarse morir", explica Dueso. "Los tres protagonistas de Dublín Carol representan pasado, presente y futuro: John, de vuelta de todo, ha encontrado su agujero en la funeraria donde trabaja; Mary va a quedarse huérfana y tiene que tomar decisiones; Marc, con veinte años, se enfrenta al primer obstáculo serio en su vida. Lo maravilloso de su autor es que empieza a hablarnos de ellos desde la periferia y acaba llegando al corazón. Da en la diana, sin mirarla. Hay otros dramaturgos que abordan temas parecidos, pero de manera mucho más directa. Éste pone ante el público un bloque de barro, en bruto, y lo va modelando imperceptiblemente".

El tono de McPherson está en las antípodas del de McDonagh, pero ambos destilan idéntico gusto por lo narrativo. Parece que te estén contando un cuento. "Sí, pero te lo cuelan sin advertirlo. Resulta fascinante que, hablando de temas tan locales, del pub, de la plaza del pueblo, toquen médula y gusten en todo el mundo".

Jordi Vilà, director de Una ciutat brillant, opina que McPherson hace radiografías. "Abre a los personajes en canal, y los inserta en una tradición narrativa viva en todo el mundo hasta que se inventó la tele". La obra describe la caída y ascenso de John, viajante cincuentón que acude al psicólogo, espantado porque desde hace días se le aparece el fantasma de su esposa. "El terapeuta también está en crisis: uno es espejo del otro", prosigue Vilà. "A través de las historias de ambos, McPherson cuenta que, cuanto más intentamos controlarlo todo, más incontrolable se vuelve".

Brian Friel (Omagh, 1929) es el referente crepuscular de toda la dramaturgia irlandesa actual. Juan Pastor acaba de estrenar en el teatro de la Guindalera Molly Sweeney, obra inspirada en uno de esos relatos clínicos que Oliver Sacks dibuja al bisturí. Molly, su protagonista, es una chica ciega e independiente en cuyo camino se cruza Frank, un tipo con mucha labia, adalid inconstante de empresas descabelladas. Una noche bailan, se enamoran apasionadamente y él la abraza como se abraza una causa: no la quiere tanto por sí misma como por la posibilidad de devolverle la vista. Ella, feliz tal y como es, se resiste a pretensión semejante, pero él no ceja... y de los grandes empeños vienen las grandes catástrofes: la vista la hace más ciega.

En la misma sala madrileña, Pastor y su compañía representan El juego de Yalta, otra historia de amores desencantados, adaptada por Friel a partir del cuento de Chéjov La dama del perrito.

L'home dels coixins (El hombre almohada), de Martin McDonagh, es la apoteosis del in-yer-face-theatre, corriente joven que pone las cosas más terribles ante las narices mismas del espectador. "Esta obra te pega un verdadero revolcón moral", afirma Xicu Masó, director de la versión catalana que se estrenará en el Lliure en enero. "Es un thriller psicológico que remueve sentimientos contradictorios: te hace ver belleza en el horror, y reírte en el filo de la navaja". Dicen que McDonagh es una mezcla de Pinter y Tarantino, pero me parece más Artaud reinterpretado por Homer Simpson: la crueldad con cosquillas.

Dublín Carol. Sala Beckett. Barcelona. Del 10 de diciembre al 11 de enero de 2009. Una ciutat brillant. Sala Beckett. Del 14 de enero al 1 de febrero de 2009. Molly Sweeney. Teatro de la Guindalera. Hasta el 30 de marzo de 2009. El juego de Yalta. Teatro de la Guindalera. 4, 11 y 18 de diciembre. L'home dels coixins. Espai Lliure. Del 22 de enero al 22 de febrero de 2009. El hombre almohada. Auditorio de Puerto Llano. 7 de febrero. Madrid. Barcelona.

María Pastor, en <i>Molly Sweeney,</i> de Brian Friel, en un montaje de Juan Pastor.
María Pastor, en Molly Sweeney, de Brian Friel, en un montaje de Juan Pastor.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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