"Mi hijo fue feliz. Y eso me hace sentir bien"

A cualquier madre se le perdona que babee al hablar de su hijo. A Charo Fernández con mucho más motivo. El reportero Ricardo Ortega, asesinado en Puerto Príncipe (Haití) el 7 de marzo de 2004, era el mayor de sus cuatro hijos. "No es porque sea su madre... Pero Joseri [de José Ricardo] era tenaz, valiente, entretenido, un gran conversador. Tenía muy presente esa frase tan manida de ser la voz de los que no la tienen. Estoy orgullosísima de él".

En la cafetería Delic hace un frío del demonio. Charo no se quita el abrigo en todo el encuentro pero no se queja. Estamos en la plaza de La Paja, en La Latina (Madrid). La elección no es casual: era uno de los locales que frecuentaba su hijo cuando pasaba por Madrid. "Me voy al Delic a desayunar y a ver a las churris", decía.

La madre de Ricardo Ortega lucha por saber cómo murió el periodista en Haití

Charo, 64 años, profesora de literatura, jubilada, natural de Cuenca, ha viajado a Madrid desde Denia (Alicante), donde reside con su marido desde hace 30 años. Calza tacones y lleva el pelo, negro y frondoso, perfectamente peinado. "Es mío", se le escapa coqueta. Charo se ha arreglado porque después de comer asistirá a un acto organizado por la Fundación Sindical de Estudios en homenaje a tres periodistas: su hijo, José Couso y Julio Anguita Parrado, los tres asesinados mientras nos informaban de las atrocidades que pasan en el mundo. Charo ha asistido a muchos homenajes a su hijo, que era carismático y muy querido. Le producen sensaciones enfrentadas: "Hablar de él o que otros lo hagan me revuelve. Pero también le mantiene presente y a mí eso me alivia. No quiero que se le olvide. De todos modos, la muerte de un hijo no se supera. Tu vida se debilita y tienes más miedos".

Las circunstancias de la muerte de Ricardo siguen sin aclararse y eso aumenta el dolor. Ricardo viajó a Haití a cubrir las revueltas contra el presidente Jean Bertrand Aristide. Iba solo, con su propia cámara y por libre. Fue asesinado mientras socorría a un fotógrafo estadounidense herido. En un principio se culpó a los partidarios de Aristide de los tiros que le mataron de forma desprevenida en un callejón, pero tras el reportaje Ricardo Ortega: muerte de un reportero, elaborado por Jesús Martín y otros de sus compañeros de Antena 3, la sospecha de que los auténticos causantes fueron soldados estadounidenses ha tomado fuerza. La familia Ortega quiere, necesita saber qué pasó y tiene las esperanzas puestas en la investigación que abrió hace unos meses el juez de la Audiencia Nacional Pablo Rafael Ruz. "Lo que yo quiero son pruebas. Porque no es lo mismo que haya sucedido de una forma o de otra", dice su madre.

Los camareros se preocupan. El tabulé está prácticamente intacto en el plato de Charo. ¿Acaso no le ha gustado? "Estaba muy bueno", les tranquiliza. "Hoy es un día así, así...". Y a pesar de que hoy es un día así, así, Charo le suelta un piropo a la periodista -"envidio tu trabajo"-, otro al fotógrafo -"lo que hacéis los fotógrafos es un arte"- y otro a un malabarista con el que se cruza a la puerta del local: "Qué bien lo haces". Uno se hace rápidamente a la idea de quién sacó Ricardo al menos parte de ese don social que cautivaba a amigos, compañeros, entrevistados, fuentes... "A veces me intento consolar pensando en todo lo que vivió", termina Charo. "En la vida tan intensa que tuvo, en lo bien que hizo su trabajo y en lo feliz que fue. Me digo, al menos por eso me tengo que sentir bien".