Una gran sesión

El Concierto para trompa y orquesta del conocido compositor cinematográfico John Williams (La guerra de las galaxias, Superman, etcétera) no presenta el indudable gancho popular de esas bandas sonoras y, por otra parte, tampoco se sostiene con demasiada fuerza en el ámbito de la música pura. De carácter exageradamente descriptivo, parecía faltarle al oyente el complemento visual que proporciona un filme. En cualquier caso, la línea de la trompa, delicada y sugerente, proporcionó a Santiago Plá numerosas ocasiones para lucir una amplia gama de sonoridades, donde destacaron, sin duda, las más dulces.

El otro triunfador de la noche fue Josep Pons, actual director de la Orquesta Nacional de España. Condujo a la de Valencia por el difícil camino que supone la Octava Sinfonía de Shostakóvich, sin que en ningún momento decayera la tensión de esta trágica partitura. Desde el primer compás hubo una precisión de relojería en las entradas, la dinámica de los reguladores y los finales de frase: ni una sola cola. Se consiguió así una gran claridad del tejido sinfónico, un tejido donde Shostakóvich no escamotea sus habituales y doloridos ostinatos, por encima de los cuales se despliegan solos instrumentales o secciones enteras apuntalando atmósferas diversas, desde las más chirriantes a las de un lirismo absoluto. En los movimientos primero y tercero, la limpidez no se perdió ni siquiera en el fortísimo. Pons mantuvo impasible el pulso y la fuerza en el cuarto, ese largo implacable donde la lentitud otorga sentido a la música. El segundo y quinto movimiento fueron, quizás, los menos logrados en cuanto a ajuste y claridad, pero quedaron sobradamente compensados por los otros tres. Los solos instrumentales -tantos que no cabe citarlos a todos- resultaron impecables en su mayoría. Pero lo mejor fue la notoria interiorización de la música por parte del director y los instrumentistas, así como su transmisión al público con toda la técnica y todo el corazón. Mantuvieron el empuje a lo largo de una hora. Cabe decir, en consecuencia, que esta Octava de Shostakóvich debe figurar en el cuadro de honor de las sesiones protagonizadas por la Orquesta de Valencia.

Director y orquesta transmitieron todo el corazón en la Octava de Shostakóvich