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Reordenación energética

Del Rivero inicia el retorno al negocio constructor para sobrevivir

La deuda frustra los planes de liderazgo sobre las autopistas y la energía

Ramón Muñoz

Luis del Rivero debe cambiar el gorro de Napoleón del sector energético español y ponerse de nuevo el casco de obra. Ingeniero de caminos y ambicioso, en los últimos años le ha podido más la ambición que ganar concursos públicos para construir carreteras o vías de tren. Intentó sin éxito el asalto al BBVA, quiso ser el primer espada de las autopistas de peaje y ha intentado conquistar el sector energético. Pero la crisis financiera y el pinchazo del ladrillo han frustrado sus planes de grandeza. El empresario murciano tiene que volver a sus orígenes y centrarse en Sacyr, la empresa que fundó de la nada y que llegó a ser la cuarta constructora mundial.

La deuda ahoga a Sacyr. Nada menos que 18.550 millones de euros al término del tercer trimestre, 23 veces más que su beneficio bruto operativo (Ebitda). Sólo el pago de intereses, con un interés medio del 5,4%, se comió el 83% del Ebitda del primer semestre. En la Bolsa, no le va mejor. Ha perdido un 65,8% de su valor.

Mientras las cosas han ido bien, Del Rivero ha contado con el apoyo de todos. Los bancos, como el Santander en Repsol, que financiaron sus aventuras; sus socios, como Juan Abelló, que le arroparon en el consejo y le abrieron puertas. Y el poder político, Gobierno incluido. Ahora todos le piden cuentas y dinero. Del Rivero tiene que deshacer el imperio construido a golpe de deuda en un mercado agónico de liquidez. Además de Repsol, el otro activo que está en venta desde hace meses es Itínere, la filial de autopistas nacida de la fusión de ENA, antigua empresa pública, y Europistas.

La venta de Itínere al fondo de infraestructuras de Citigroup (Citigroup InfraestructureManagement), por 7.500 millones de euros (1.000 millones menos que el precio inicial que pidió Del Rivero) se ha dado por hecha desde hace un mes, pero sólo se ha materializado en los titulares de algunos periódicos. Ayer se volvió a hablar de la operación, que implicaría traspasos de activos posteriores a Abertis y Atlantia por 600 y 400 millones, respectivamente.

Al cierre de esta edición, no había ningún comunicado oficial, aunque no deja de sorprender que el banco estadounidense, que se ha desplomado en Bolsa por la grave crisis que atraviesa y acaba de anunciar 50.000 despidos, esté para este tipo de aventuras en España.

La otra sociedad en venta es Valoriza, la filial de medioambiente, que despierta el interés de la francesa Veolia y Aguas de Barcelona, y fondos de capital riesgo, aunque será difícil que alguno de ellos esté dispuesto a poner sobre la mesa los 1.000 millones de euros que pide Sacyr.

Pero no todo se arregla vendiendo. Aun deshaciéndose de Itínere, Valoriza y la participación en Repsol, la deuda del grupo sería de al menos 6.000 millones de euros. Y el beneficio y los ingresos caerían en picado. Repsol aportó el 73% del beneficio neto de la constructora en los nueve primeros meses.

Y es que la carrera desenfrenada de compras le ha pasado factura a Sacyr. En mayo de 2002 se hizo con el control de Vallehermoso, la mayor promotora inmobiliaria de España. La compra le animó a saltar al sector de las autopistas. En octubre de 2003 ganó la puja por la pública Empresa Nacional de Autopistas. Tres años después, en 2006, disparó el gasto con la toma del 33% de la francesa Eiffage, el 91% de Europistas y el 20% de Repsol.

No es que en esos tres años se diera un respiro. Entre medias, y con el beneplácito de algunos miembros del Gobierno, como el ministro de Industria, Miguel Sebastián, intentó el asalto al BBVA. Pero el club de banqueros no le dejó entrar.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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