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Reportaje:

Una ventana al delito

Los delincuentes usan Internet para espiar y sobornar

Internet no tiene nada de virtual. Y la policía hace tiempo que lo sabe. La criminalidad en la Red es tan real como lo son los infractores o sus víctimas. La única diferencia es que para perseguir a los malos, los investigadores usan nuevas armas, vitales en el mundo de las autopistas de la información. La semana pasada, volvió a darse un nuevo caso de un presunto criminal que usaba estos canales como vehículo para el acoso y el chantaje. Se trataba de un hombre de 30 años, residente en Cabra (Córdoba) que, gracias a un virus, esclavizaba los ordenadores de chicas accediendo a sus cuentas de correo electrónico y al control total de sus equipos, entre los que se encontraba la cámara de vídeo acoplada (webcam). Una chica de Granada y seis estudiantes de un colegio mayor de Córdoba fueron espiadas y acosadas por el presunto delincuente cibernético.

"Lo que hacía ese virus era grabar pulsaciones de teclado. Cada vez que el usuario del ordenador infectado pulsaba una tecla, el virus enviaba la misma información al ordenador del pirata, letra por letra", explica Francisco Barcos, subinspector de delincuencia Económica y Nuevas Tecnologías del Cuerpo Nacional de Policía en Córdoba, "de tal manera que cuando se introducía una dirección de correo electrónico o la contraseña, el malo tenía acceso a ambas informaciones y podía suplantar identidades". El virus que usaba esta persona, además, era mucho más complejo y le permitía un acceso total al equipo informático de sus víctimas, con lo que podía activar sus webcams, aprovechando para grabar a las jóvenes cuando se estaban cambiando de ropa y las grababa.

El mismo detenido ya había sido apresado en junio por un caso similar. "Estamos hablando de un tipo normal. Un hombre que afirma ser estudiante y que, desde luego no viene de una familia desestructurada o conflictiva. Con estas cosas pasa como con la pornografía infantil, no hay un perfil determinado", aclara Barcos. Y habla por experiencia profesional: "De los últimos que hemos detenido, uno era un agente judicial, en Baena. También hemos detenido estudiantes universitarios y a trabajadores de una cadena de supermercados".

En este tipo de investigaciones, la coordinación con fuerzas policiales de otros países es fundamental. Al agente judicial de Baena se le cazó gracias a una investigación que realizó la policía alemana. "A través de Interpol se procedió a su detención", precisa Barcos.

Poco a poco, la ley se va a adaptando a estos nuevos delitos, aunque el subinspector cree que faltaría algo más de precisión. "Ya hay países europeos que para poder conectarte a un cibercafé, hay que entregar el DNI e inscribirse en un libro de registro. Y es que muchas veces los delincuentes usan estos establecimientos y allí es más difícil realizar la investigación, pero no imposible". Sin ir más lejos, Francisco Barcos recuerda el caso de un profesor de la Universidad de Córdoba que calumniaba e injuriaba a un compañero actuando desde un cibercafé. "Lo que hizo fue piratear la cuenta de un compañero para insultar a un tercero a través de ese medio. Se consiguió identificar al profesor, se localizó el cibercafé desde el que actuaba y con una investigación más compleja se consiguió detenerle", detalla.

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