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Columna
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Leones a sus anchas

Entre los efectos secundarios que comporta escarbar en las fosas comunes ahora sujetas a vaivenes judiciales y maltratos municipales, sobresale la evocación de aquel trágico combinado de justicia sumarísima, democracia orgánica y conspiraciones inherentes al régimen de aquel caudillo por la gracia de Dios, desenchufado de la historia por el equipo médico habitual mañana hará 33 años. No faltan voces en esta democracia con repuntes despóticos que expresan su malestar ante estos movimientos de tierras y apelan a no sé qué espíritu de la transición, una especie de adormidera con gran prédica entre gentes instaladas. Hay, sin embargo, otras fosas más recientes que tuercen el gesto porque aparecen en el momento más inesperado, como los cadáveres mal enterrados. Abundan en las hemerotecas, reducidas a vivero de historiadores cuando deberían alimentar la rebelión de nuevos Robespierre, si los hubiera o hubiese, tal es la cantidad de despropósitos que se acumulan en el contenedor. En lo que llevamos de mes, el balance da para mucho. Al esperpento, suma y sigue, de la Educación para la Ciudadanía en inglés, añádase la presentación de la última película de James Bond, con asistencias previo pago y licencia para gastar. Un evento, así lo llaman, que representará otro hito de la Generalitat en la economía productiva del País Valenciano. Sin tiempo para reponernos tras avistar a Daniel Craig pisando alfombra roja -con el puntazo que habría sido sustituir tan convencional estera por un auténtico manto de flores adobado con los compases de L'entrà de la murta-, sin tiempo, digo, para reponernos del evento, llegó la cofradía del grial, otro superhito que contribuirá a sacarnos de la crisis, aunque no se sabe cómo, ni siquiera cuándo. Importa que el santo cáliz de la catedral de Valencia es de lo más auténtico, como acreditaba un experto en ovnis, nunca mejor acreditado. La premura con que se aprobó el Estatuto de Autonomía impidió, sin duda, dedicarle un solemne párrafo del articulado, similar al del monasterio de La Valldigna. A ver si los legisladores se acuerdan para la próxima reforma, caramba. Con todo eso y lo que está por venir, la nueva campaña publicitaria del territorio Rita Barberá cobra su verdadera dimensión. Porque no es que los coches van a 300 por hora, cuando no sucumben en las retenciones y embudos habituales. O que los leones campan a sus anchas ¿Los leones? Todo el bioparc y adyacentes, si incluimos bípedos con influencia, catálogo de cargos, tropa de asesores y postulantes a lo largo y ancho del organigrama. Y qué decir de las historias que se cuentan sobre la ciudad, todas increíbles, empezando por el negociado urbanístico. Se quedan cortos, porque lo increíble no es Valencia, sino la demarcación entera. Si exhumamos otra fosa, verbigracia el discurso de política general de Camps, cosecha 2006, el presidente aseguraba entre otros párrafos de ciencia ficción que esta comunidad exportaría energía eléctrica en 2007. ¿Qué pasó? O que en 2010 se producirá suficiente energía eólica para todas las familias valencianas. Verlo para creerlo. Entre tanto león campando a sus anchas se ha discriminado a la leal oposición, cada día más parecida a las caras de Bélmez, misteriosos rostros que, tal como nos ilustraba El Caso, aparecían y desaparecían en paredes y suelos, sin que el paso del tiempo hiciese mella en su inanidad. Cuánta razón tenía Manuel Vázquez Montalbán al escribir aquella frase universal: no solamente estamos perdidos, sino que además estamos rodeados.

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