La resistencia de Bush a un mayor control financiero divide la cumbre

Una gran mesa ovalada acogió anoche en la Casa Blanca la cena que marcó el inicio de la cumbre financiera. Las sillas fueron ocupadas por los líderes políticos de países que suman el 90% de la economía mundial y más de dos tercios de la población del planeta. Entre ellos, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero en su primera visita a la Casa Blanca. Todos ellos están de acuerdo en que la recesión y el colapso financiero exigen de los Gobiernos toda su potencia de fuego, con estímulos fiscales agresivos. Pero la disparidad de planteamientos sobre casi todo lo que se va a discutir, en particular hasta dónde deben llegar los controles del sistema financiero, amenaza con rebajar los resultados de la cumbre.

La UE reclama profundas reformas, pero el presidente George W. Bush volvió a marcar el terreno a sus invitados: "La respuesta no es reinventar el sistema. El intervencionismo gubernamental no lo cura todo", dijo ayer. El primer ministro canadiense, Stephen Harper, también advirtió contra el "exceso" de reglamentación. La liberalización del comercio o el papel del FMI dividen igualmente a los asistentes.