"Sueño con hacer política en España"
La gallega Loly Bolay concluye su presidencia en el Parlamento de Ginebra
La única inmigrante que ha llegado a presidir el Gran Consejo de Ginebra acaricia el final de su mandato. La Primera Ciudadana de la capital suiza, que mañana dejará de serlo, recibe al cronista sin protocolos en su casa, a pocos minutos de la sede de Naciones Unidas en el corazón de la circunscripción por la que obtuvo el escaño como diputada del Partido Socialista suizo. Loly Bolay ya ha hecho carrera en la ciudad con mayor presencia de inmigrantes en el mundo (46%) y donde la comunidad española es especialmente notable.
Un largo camino ha llevado a esta nativa de Corme desde su tierra natal hasta la cúspide política de esta rica ciudad suiza. Hija de maestro republicano, represaliado por el franquismo, Bolay no vio posibilidades de futuro en Galicia y decidió mudarse a los 17 años junto a su hermana para estudiar francés. Desde entonces pasó las dos últimas décadas trabajando en entidades bancarias antes de iniciar su rutilante carrera política.
"Me interesaría ser representante en la circunscripción del exterior"
"Pronto habrá otra emigración a Suiza, ésta de ingenieros y doctores"
"Ha sido un periodo fascinante", se entusiasma mientras despliega la vajilla. Su cargo le ha llevado a conocer otras "diásporas". "He sido invitada a hablar ante portugueses, italianos o libaneses. Todos ven en mi triunfo una reivindicación del rol social de las minorías. Yo misma vivo mi mandato como un reconocimiento a los españoles de Suiza". Bolay exhibe ese orgullo como ventaja fundamental de su nueva actividad. Porque entre las excepciones helvéticas -de las que tan orgulloso se muestra el pueblo suizo- establece que los cargos ejercen "política de milicia o partisana" sin dedicación exclusiva.
Esta mujer que alcanzó la doble nacionalidad tras casarse con un ciudadano suizo valora positivamente esta singularidad que, en su opinión, contribuye a legitimar las instituciones y a dignificar los cargos electos: "Aquí nadie se mete en política para ganar dinero". Sus ingresos están muy claros y son relativamente modestos en la prohibitiva Ginebra. "Ganamos unos 35.000 francos al año [unos 24.000 euros], lo que no es mucho en este país", admite. No es la austeridad de los representantes electos la única característica que exportaría a su país de origen. "Pienso que España podría aprender de Suiza la cultura del diálogo. Aquí cuando las instituciones están en peligro, los partidos se unen y hablan con una sola voz", defiende.
Mientras revuelve el café, Bolay le da vueltas a su futuro y no oculta su satisfacción por dejar atrás la obligada neutralidad de la presidencia que ha ocupado durante estos últimos doce meses. "Volveré a ser una diputada y es algo que me alegra, regresar a la arena política y defender mis convicciones y las de mi partido".
Ahora volverá a hablar como representante del Partido Socialista en un contexto de crisis. Desde sus estudios económicos y su experiencia personal barrunta que la historia pronto se repetirá. Vaticina que la situación económica española provocará a medio plazo una nueva emigración a Suiza. "La gran diferencia es que ahora vendrán ingenieros en telecomunicaciones, doctores en química e informáticos". Según prevé, ya lo harán en un contexto muy diferente. "En mi época sufrimos mucho, nosotros nos integramos porque nos dio la gana de integrarnos, pero nadie movió un dedo para ayudar", recuerda. "Suiza en los años 60 aplicaba una política estrictamente instrumental y utilitaria del trabajador extranjero". Después de 20 años de vida en el país que la acogió, Bolay es partidaria de una inmigración en la que "derechos y deberes van de la mano".
De todas las experiencias que ha vivido este año destaca la visita de la presidenta del Parlamento de Galicia, Dolores Villarino. También recupera otro momento extraordinario: cuando llevó a sus colegas del Parlamento de Ginebra a visitar su tierra natal. "Fue la primera vez en la historia que se desplazaban fuera del país", comenta entre risas. "La tradición dice que el presidente debe llevar a sus colegas a su cantón de origen y, dado que yo no soy suiza, decidí llevarlos a mi tierra. Comieron de maravilla, visitaron A Coruña y Santiago", recuerda divertida.
En su reflexión final, Bolay se deja querer por sus colegas de la política española. "Mi mayor sueño hoy sería poder hacer política en España", comenta con mirada soñadora. "Si el Partido Socialista lleva adelante su proyecto de ley para que los españoles emigrantes tengan representación parlamentaria, me interesaría poder participar". La presidenta de Ginebra concluye su pensamiento en voz alta con una sonrisa escéptica: "Imagino que este proyecto ya entra para mí en el terreno de la utopía".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.