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Reportaje:Décima jornada de Liga

Higuaín saca el genio

El argentino, máximo goleador del Madrid, conquistó al vestuario el día que pidió tirar el penalti decisivo en el Calderón

Eleonora Giovio

En el Madrid se sorprenden por el alboroto que ha suscitado Gonzalo Higuaín con su imparable racha goleadora. "La verdad es que no entiendo todo este revuelo. No entiendo por qué la gente sigue mirando a Gonzalo como una eterna promesa cuando ya hace tiempo que ha dejado de ser una promesa. Es un futbolista hecho", comentó ayer Míchel Salgado, uno de los pesos pesados del vestuario blanco.

Y, efectivamente, aquel chico que llegó en el mercado de invierno de 2006 por 14 millones de euros -de mano del entonces secretario técnico, Franco Baldini-, aquel chico al que Fabio Capello no quiso quemar, aquel chico que protagonizó un sinfín de remontadas en las dos últimas temporadas, ha salido del nido. Ha empezado a andar con sus propios pies. Con nueve tantos es el máximo goleador del equipo.

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Los que viven a diario con él dicen que hay un antes y un después del gol que marcó bajo el diluvio en Pamplona el 5 de mayo y que dio la pasada Liga al conjunto blanco cuando Bernd Schuster pensaba que se le iba a escapar. De no ser por Higuaín, ese partido habría acabado en empate a uno. "Dio la casualidad de que, dos semanas después, en el autocar que llevó al equipo a la Cibeles a festejar el título de Liga, estaba pintada la celebración de su gol contra Osasuna", recordaban hace poco en el club; "es como si aquello le diera un último empujón. Se desbloqueó definitivamente".

Aquello ya parece historia. Tanto que muchos prefieren hablar de otro antes y después en la carrera de Higuaín, de 20 años. En el Calderón, el 18 de octubre, el Madrid se había dejado igualar. El partido marchaba con empate a uno cuando Heitinga derribó a Drenthe y el árbitro pitó penalti. Era el minuto 96. Van Nistelrooy había sido expulsado y Raúl acababa de ser sustituido. No quedaban más lanzadores de penaltis que Van der Vaart. "Yo me encargo. Yo voy a tirar el penalti", le dijo el Pipita al holandés. Se acabó la discusión. Higuaín tomó la responsabilidad. Marcó. Victoria del Madrid.

Esa noche, el delantero argentino recibió una visita especial en el vestuario. El presidente, Ramón Calderón, el que ve a Sergio Ramos como futuro capitán porque le gustan los jugadores con garra y carácter, que saben hacerse valer en el campo, fue a buscarle. Bajó a verle y a darle un apretón de manos. "¡Olé por tus cojones!", cuentan que le dijo a Higuaín.

Sin saberlo, el Pipita había conquistado no sólo al presidente, sino también a sus compañeros. Empezaron a mirarle con otros ojos porque, por fin, había sacado su carácter. Sólo Schuster sigue sin estar demasiado convencido. Para empezar, el sábado intentó aguarle la fiesta -"debería tirar los penaltis de otra forma", dijo-. El técnico alemán nunca creyó que Higuaín pudiese estar a la altura de Van Nistelrooy y Raúl. De ahí que si había que sacrificar a alguien en la banda ése fuera el argentino. Los otros dos son su pareja de goleadores, no hay más. Prueba de ello es que el pasado martes, en el fundamental partido de la Champions contra la Juve, decidió sentar al argentino en el banquillo, desoyendo a todo el que le dijera que era el jugador más en forma de la plantilla, y entregó todo el peso del ataque a Van Nistelrooy, que llevaba un solo día de 15 entrenándose con el resto de sus compañeros, y a Raúl. En la casilla de remates a puerta, los dos sumaron un cero.

Ahora, con la baja del holandés, a Schuster no le queda más remedio que contar con Higuaín, el chico que marca un gol cada 87 minutos.

Higuaín celebra uno de sus cuatro goles al Málaga.
Higuaín celebra uno de sus cuatro goles al Málaga.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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