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MIAMI | El sufragio hispano | Cambio en la Casa Blanca | El voto de Florida

La colonia cubana se resiste al cambio pero teme ser castigada por la crisis

Florida, Estado siempre clave, pareció ayer desde bien temprano embarcado en una nueva singladura. De cualquier color, aunque la media de los sondeos hasta el último momento seguía siendo ligeramente el azul demócrata de Barack Obama más que el rojo de John McCain. Quizá algo cambió días antes, con el doble de votos anticipados emitidos en colas récord. Ayer se volvieron a repetir las mismas escenas. Más de 11 millones de votantes registrados (4,7 millones de demócratas y algo más de 4 millones de republicanos), para decidir los 27 votos electorales que podían ser decisivos para la Casa Blanca.

Los tremendos deseos de participación contrastaban con la apatía de elecciones anteriores y con la complejidad de un sistema que exige el registro previo de votantes y con los problemas de la mecánica electoral.

"Voto republicano; el otro partido es de línea comunista", dice una cubana
"Llevamos ocho años de pérdida de dinero", advierte un profesional hispano

Aunque los fantasmas del miedo estuvieron presentes quizá mucho más que en otros lugares del país, la frase repetida por todos era elocuente: "La economía es lo que va a decidir; la gente está perdiendo sus casas". La cuestión era saber quién ofrece la mejor solución a este problema crucial.

La nutrida colonia cubana de Florida, además, mantiene su miedo atávico a cualquier atisbo de socialismo en Obama, un lastre tradicional para los demócratas.

En el condado de Miami-Dade, aunque las encuestas indicaban que el voto demócrata iba a lograr los mejores resultados de su historia, las frases se repetían aún: "Yo voto republicano porque veo que el otro partido tiene tendencias comunistas. Yo viví en Cuba y vi todo aquello, y yo sé cómo empiezan las cosas y lo que puede pasar", decía una mujer de mediana edad. "Yo soy cubana y de Hialeah [la zona más clásica donde reside la emigración de la isla], eso ya es un indicio de por quién voté...", afirmaba otra mujer entre sonrisas.

Sin embargo, en el condado de Broward, al norte de Miami, el tono era muy distinto: "Hay que cambiar esto, hay que cambiarlo. Son ya ocho años de pérdida de dinero, de todo", puntualizaba un profesional hispano. Hubo votantes esperando la apertura de las urnas desde las cuatro de la mañana, tres horas antes de que abriesen los colegios, como si esperaran antes de un concierto de Bruce Springsteen.

El proceso electoral, ya con 1.100 colegios abiertos en Miami y Broward, en lugar de los 37 centros electorales de la votación anticipada, fue mucho más rápido. Se han gastado más de 20 millones de dólares (unos 15 millones de euros) en nuevos sistemas de votación. Aunque hubo quejas, los problemas se redujeron ayer al mínimo.

Las sospechas de fraude apenas se oyeron esta vez. En West Palm Beach ya no hubo papeletas mariposa que pudieran inducir a errores. El desastre de la elección de 2000, repetido después en Ohio en 2004, se descartó pronto. Sólo quedaba el recuerdo de la vergüenza. Lo ocurrido abochornó a Estados Unidos, pero sobre todo a Florida.

Las primeras elecciones ganadas por George W. Bush hace ocho años fueron un manual del disparate. Máquinas que no funcionaron o dieron el voto al candidato contrario, votos que no se contaron o que ni se depositaron. Y, para acabar, la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de interrumpir el recuento manual cuando Al Gore, que sacó más votos populares en aquella elección, casi cazaba a Bush. Perdió, pero la polémica aún no se ha olvidado en Florida.

Los dos candidatos, John McCain y Obama, han viajado a este Estado hasta la misma víspera de las votaciones. Pero han librado su batalla en campos distintos. Obama en un terreno más anglosajón, al noreste de Florida, en Jacksonville. McCain, tras pasar por Miami, visitó también Tampa, al oeste.

Obama se equivocó en su discurso al decir "aquí en Ohio", ante el público de Florida, pero se disculpó rápidamente: "He viajado mucho últimamente". También recordó el patinazo de McCain en ese mismo Estado cuando dijo el pasado 15 de septiembre: "Los cimientos de la economía están fuertes". El candidato demócrata, sin embargo, congregó en su último mitin a unas 9.000 personas, frente a las 1.000 de McCain.

En la contienda local por los escaños para el Congreso, en medio de discrepancias sobre cómo plantear el caso cubano entre los conservadores republicanos y los aperturistas demócratas, la pelea ha sido sucísima hasta el final. No sólo se ha repetido la cantinela republicana sobre las subidas de impuestos que traerán los demócratas si llegan al poder. También ha habido imágenes de un candidato demócrata, Raúl Martínez, enzarzado en una pelea mientras era acusado de robo por sus rivales políticos.Cambio en la Casa Blanca

El voto de Florida

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