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"¡Vivimos enjaulados!"

Teresa Rivero vive en una duda. "¿Qué le pasa a este hombre con nosotros?", se pregunta anonadada la presidenta del Rayo. Ese hombre es Emilio Berjano. Es el coordinador de Seguridad del estadio vallecano, un cargo nombrado por el Cuerpo Nacional de Policía, y de él depende que las gradas del recinto estén separadas del césped por unas peligrosas verjas. "Por motivos de seguridad", se le ha comunicado al club.

Tras la muerte por aplastamiento de 39 personas en Heysel (Bélgica), en la final de la Copa de Europa de 1985, la FIFA recomendó retirar las vallas para evitar más tragedias, y obligó a que las localidades fueran de asiento. El Teresa Rivero cumple este requisito. Pero las vallas siguen ahí. "¡Somos el único club de Primera y Segunda que vive enjaulado!", se comenta con indignación en el Rayo. Y recuerdan que el 1 de junio, en un partido contra el Benidorm, una de esas vallas perimetrales se hundió y estuvo a punto de provocar una tragedia.

La Federación Española y la Liga de Fútbol apoyan la retirada de la valla, pero sólo Berjano puede dar la aprobación definitiva. "Se está arriesgando la seguridad de 15.000 personas. ¿Y si hay un incendio?", dice un portavoz del Rayo. Los incidentes del miércoles en el partido copero ante el Almería, no ayudarán, precisamente a su retirada. La policía tuvo que disparar salvas para dispersar a un grupo radical, Los Bukaneros, que protestaban porque se prohibió a uno de ellos entrar al estadio.

"Nuestra afición no es especialmente conflictiva", defiende el presidente de la Federación de Peñas, Francisco Peco, que entregará en breve un informe a Ana Criado -delegada del CSD en la Comisión Antiviolencia- con los múltiples fallos de seguridad en el Teresa Rivero, un estadio que no es propiedad del Rayo, sino de la Comunidad de Madrid. Además del peligro de las verjas, Peco denuncia que la grada del fondo sólo tiene un acceso de salida. Los discapacitados lo tienen también complicado; no pueden acceder a la taquilla y a las oficinas porque el elevador lleva tres años estropeado. "Y lo que es peor", apunta Peco, "les colocan durante el partido en un pasillo donde transita el resto de espectadores. Un día vamos a tener un disgusto...".

Este periódico intentó recabar, sin éxito, la versión de Emilio Berjano.

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