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Anticorrupción desvela maniobras del 'capo' Kalashov para presionar al juez

El fiscal pide 12 años para el jefe de la mafia georgiana que operaba en España

La Fiscalía Anticorrupción da por concluida su investigación sobre el capo mafioso georgiano Zakhar Kalashov, preso desde mayo de 2006, un año después de que cayera su organización en la Operación Avispa. Le pide 12 años de prisión por blanqueo y asociación ilícita. Anticorrupción le imputa un patrimonio de más de 200 millones de euros en todo el mundo, incluidas acciones de la petrolera Lukoil, fruto de sus actividades delictivas, y unas inversiones inmobiliarias en España que superan los 7,5 millones de euros. Lo más inquietante del escrito de acusación es que revela que esbirros de Kalashov contactaron con personalidades en España para que "influyeran en los magistrados y el fiscal encargados de la investigación".

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En concreto, "se contactó con tres personas en España cuya identidad no ha podido ser determinada, calificadas por Oleg Vorontsov [uno de los subordinados de Kalashov imputados] como unas personas muy altas, que tienen que dar una respuesta y que han hecho un plan de quién y cómo ir". A estas tres personas también se refiere Alexander Gofsthein, abogado del capo mafioso que el fiscal describe como su mero recadero y ejecutor de pagos con dinero sucio, cuando en noviembre de 2006 se reunió con Kalashov en el centro penitenciario de Aranjuez. Allí le expuso lo siguiente: "Ahora ellos dicen que no se van a quejar del juez y que han vuelto a dirigirle otro escrito al mismo juez. Con la esperanza de que en el corto plazo que pase, las tres nuevas personas le convenzan".

La investigación no ha visto consumada dicha presión. Los abogados de Kalashov, Javier Gómez de Liaño y su esposa, María Dolores Márquez -ex juez y ex fiscal de la Audiencia Nacional, respectivamente-, sin conexión aparente con la estrategia, sí han arremetido duramente contra el juez instructor y contra el fiscal del caso. Al primero, le atribuyeron una alteración de una fecha en sus escritos. El fiscal entendió que estaban imputando veladamente un delito de falsedad en documento público al juez, y pidió que se dedujera testimonio por un posible delito de calumnias. Esto causó tanta irritación en los dos letrados, que denunciaron al fiscal ante la Inspección Fiscal, que decidió archivar el caso por falta de fundamento.

Aparte de estos inusitados combates jurídicos, los sicarios de Kalashov intentaron comprar la voluntad del juez de vigilancia penitenciaria.

Vorontsov, en conversación grabada, detalla el plan: "Para hacer avanzar este caso, mañana viene uno de estos abogados, ya sabes, yo le he pedido que traiga un icono pequeño. Resulta que el juez colecciona iconos sencillos. Mañana se lo regalaremos. Ellos se verán para que este caso avance". El soborno no fue consumado. En la jerga mafiosa, esa labor de la que se encargaría Gofsthein se denomina "optimización de condenas". Léase transporte de dinero sangriento para pagos de sobornos a jueces, funcionarios de prisiones -se detectó y abortó el intento de comprar un móvil en la cárcel- o de honorarios de abogados fuera de toda sospecha.

Zakhar Kalashov, a su llegada a España desde Dubai.
Zakhar Kalashov, a su llegada a España desde Dubai.

La libertad, a todo precio

Zakhar Kalashov es jefe desde 2002 de las organizaciones criminales georgianas afincadas en la ex república soviética y las asentadas en Moscú, donde controla varios casinos. Gobernaba a medio millar de sicarios. Fue coronado como ladrón en ley en 1980. Esto le dio el control de la caja común de los ladrones (obshchak), la llave de los cobros ilícitos y sobornos.

El capo ha visto desmanteladas las dos estructuras que operaron en su favor en España y que nutren la docena de cómplices para las que el fiscal pide penas de tres a nueve años: la primera trama le ayudó a blanquear sus capitales ilícitos; la segunda, le facilitó seguir manejando sus negocios desde que cayó capturado a petición española en Dubai en mayo de 2006 e intentó buscar su libertad a cualquier precio. Y no es metáfora.

Las empresas creadas ocultamente por Kalashov en España se dirigían al mercado inmobiliario. Pero el real objeto de sus fructíferos negocios es el recogido por el fiscal: "Tráfico de drogas y armas, extorsión, protección criminal...".

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