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Sada acoge para siempre las cenizas de Suárez Picallo

El mejor homenaje al político es un nuevo estatuto, dice Quintana

Los restos de Ramón Suárez Picallo, galleguista, diputado en la República, periodista y sobre todo emigrante y exiliado político, descansan en el cementerio de su localidad natal, Sada (A Coruña), desde ayer, día en el que se cumplían 44 años de su fallecimiento en Buenos Aires. Era el mayor deseo de esta figura del galleguismo, compañero de Castelao, ser enterrado en el pequeño cementerio de Fiunchedo, junto a sus seres queridos, como su hermano Antonio, activo sindicalista y líder local del Partido Galleguista que fue paseado y asesinado en 1936, con 29 años.

El vicepresidente de la Xunta, Anxo Quintana, y el alcalde de Sada, Abel López Soto, encabezaron, junto al único descendiente vivo de Suárez Picallo, su sobrino-nieto Ramón Tenreiro Suárez, el acto de recibimiento de las cenizas del galleguista, procedentes del cementerio bonaerense de Chacarita donde estaba enterrado, y su depósito en el camposanto de Sada, "frente al mar del que tanta nostalgia tenía", dijo el familiar de un marinero que emprendió por primera vez con 17 años el camino de Argentina para ganarse la vida.

Autodictada, Suárez Picallo pronto destacaría como sindicalista, periodista y como político, ferviente defensor de Galicia y sus gentes. Diputado dos veces en la República (1931 y 1936) por el Partido Galeguista, del que representaba su ala más izquierdista, fue uno de los artífices del primer Estatuto de Autonomía y luego, ya en el destierro, integrante del Gobierno gallego en el exilio constituido en Montevideo en 1944 -el Consello de Galiza- junto a Castelao, Alonso Ríos y Elipidio Villaverde. "Es de justicia que pueda descansar en su tierra esta figura histórica, un hijo de la Galicia marinera y agrícola, de la Galicia emigrante que lucha por sus derechos, de la Galicia vencida y represaliada que resistió desde el exilio en su lucha por la democracia", proclamó Quintana. El vicepresidente aprovechó para incidir en su demanda de un nuevo estatuto, como "mejor homenaje" y reconocimiento a esta figura del galleguismo, aseguró acompañado de las conselleiras de Cultura, Ánxela Bugallo, y Vivenda, Teresa Táboas, también del BNG.

La fachada de la casa de Veloi donde nació Suárez Picallo luce una placa que los gallegos de Buenos Aires enviaron al año de su muerte, en 1965, que ya reflejaba el deseo del galleguista de ser enterrado en el cementerio de Sada. La inscripción fue escondida durante décadas porque el entonces ministro de Información, Manuel Fraga, había prohibido colgarla por referirse al homenajeado como un político.

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