Empieza 'la vida al límite'

Esfuerzo físico día a día. Privación del sueño. Y mal descanso. Vientos huracanados. Icebergs. Temperaturas que congelan los alimentos secos. Cero manjares, dicho sea de paso. Y el mar, imprevisible. La vida al límite. Ése es el lema de la Vuelta al Mundo a vela. Y, a juzgar por la resistencia, física y mental exigida a los tripulantes, no parece una exageración. Quizá por ello ayer la calma chicha no quiso asomar por el puerto de Alicante, punto de salida de esta prueba de equipos por etapas. Quizá quiso dar así un buen aperitivo a los 88 aventureros que ayer iniciaron su travesía a bordo de ocho embarcaciones delicadas, bellas y veloces.

Olas de al menos tres metros de altura y entre 25 y 30 nudos de viento de Levante -muy superiores a los 10 nudos, máximo, que acompañaron la regata costera celebrada el sábado anterior- recibieron a los equipos, que recorrerán 37.000 millas (68.570 kilómetros) en los próximos nueves meses. Pero a los regatistas estas condiciones meteorológicas adversas para cualquier mortal no parecen importarles. Al revés.

"Es la salida con más viento" de todas las ediciones, destaca Guillermo Altadill

"Es una pena que este viento tan fuerte sólo nos vaya a durar unas horas. Serán unas seis o siete primeras horas salvajes navegando muy rápido y cuando lleguemos al cabo de Gata se acabará el viento y empezaremos a sufrir para salir del Mediterráneo", decía Pepe Ribes, proa del Telefónica Azul, uno de los dos barcos del equipo español y, de momento, líder de la prueba. "Es la salida con más viento de una Vuelta al Mundo", añadía emocionado Guillermo Altadill, jefe de guardia del Team Russia.

Listos los barcos, llegó la hora de las despedidas. Del adiós a las familias, a las que verán de puerto en puerto en los mejores casos. Los últimos abrazos. Los últimos besos. Y alguna lágrima.

Y empezó la fiesta. Con alguna explosión de pólvora despidió Alicante a los equipos, que tutearon a la marea hasta que el rey Juan Carlos dio el cañonazo de salida desde una imponente fragata. La flota, que salía por primera vez en la historia de la competición desde el Mediterráneo, realizó varios recorridos por la bahía ante miles de espectadores.

El cinco veces medallista olímpico Torben Grael, al frente del Ericsson 4, sacó provecho de su excelente salida y se puso al frente de la flota. Liderato más bien anecdótico, pues la Vuelta al Mundo acababa de empezar. Sólo esta primera etapa, que terminará en Suráfrica en unos 20 días, consta de 6.500 millas (más de 12.000 kilómetros). Es la segunda más larga, tras la que llevará a las embarcaciones de Quingdao a Río de Janeiro -paso obligado hacia el cabo de Hornos- entre febrero y marzo y que suma 12.300 millas (22.707 kilómetros), casi el doble.

Avanzada la tarde, era el Puma el que iba en primera posición, seguido de los dos Ericsson. Cuarto era el Team Russia y quinto el Green Dragon. Les seguían el Telefónica Azul y el Negro, con una estrategia conservadora. A la cola, el Delta Lloyd. Al anochecer, los equipos deberían haber alcanzado el estrecho de Gibraltar. En los próximos días tendrán que lidiar con los famosos doldrums o zonas de calma ecuatoriales camino de la meta volante de Fernando de Noronha (Brasil). Desde allí, hacia el sur, rumbo a Ciudad del Cabo, próximo puerto.