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Reportaje:

Los cruceros también son para el invierno

El puerto de Barcelona gana pasaje de cruceristas y también de líneas regulares

Barcelona mira al mar. De refilón, porque el boquete abierto en 1992 al derribar los edificios que impedían la vista del Mediterráneo fue pronto taponado por otros edificios. Sin embargo, aquella fecha, que marcó en no pocos sentidos la evolución de la ciudad hasta nuestros días, el mar se hizo presente: se recuperaron las playas y, aunque la vista del horizonte no es diáfana, la salida al mar de los barcos desde el muelle barcelonés ha ido aumentando. Para buques de mercancías y, no en menor medida, para buques de pasajeros. Sobre todo, en cruceros, pero también en los que unen Barcelona con Baleares, Italia y el norte de África.

Esta misma semana se han producido dos hechos relacionados con el transporte marítimo de pasajeros desde Barcelona. El lunes pasado, la naviera Grimaldi Lines presentó un segundo ferry (la empresa dice que el mayor del Mediterráneo) que hará la línea Barcelona-Roma, un refuerzo para una línea que ya iba viento en popa. El nuevo barco admite 2.300 pasajeros y 215 automóviles. Barcelona está unida, además, al puerto de Livorno. El resultado es que la suma de estas líneas ha tenido en los primeros ochos meses del año 307.932 pasajeros, con un incremento del 27% respecto al mismo periodo del pasado año.

El Puerto intenta desestacionalizar la avalancha de cruceros

El segundo acontecimiento ha sido la presentación en Barcelona del crucero Brilliance of the Seas, de la compañía Royal Caribbean. La novedad de este buque es que tendrá Barcelona como base durante el invierno.

Barcelona es, desde 1992 de forma creciente, escala de diversos cruceros y también punto de partida para viajes por el Mediterráneo, hasta el punto en que el Puerto de Barcelona creó una terminal para este tipo de naves, pero el grueso de la actividad se concentraba en el verano. Hace un par de años, además, algunas compañías europeas, como MS, Costa Cruceros y Pullmantur, empezaron a tener Barcelona como base también en invierno. Este año, las navieras norteamericanas Royal Caribbean y Norwegian Cruise Line, con el buque Norwegian Jade, operan desde Barcelona en los meses invernales. Es un paso más hacia la consolidación de la ciudad como uno de los principales puntos de salida y llegada de la actividad crucerista.

Entre los meses de noviembre y febrero, el Puerto de Barcelona tiene previstas 149 escalas de buques, frente a las 118 que se registraron durante el pasado año, una actividad que, para la economía barcelonesa, tiene no pocas repercusiones. Los últimos datos disponibles señalan que el 60% de los cruceristas parten de Barcelona o finalizan en ella el recorrido, cuando no las dos cosas. De ellos, el 82% pasa un día en la ciudad (los buques llegan de mañana y zarpan al atardecer), y, aunque no duerme en ella, sí lo hace el resto. El 11% pasa una noche en un hotel barcelonés; el 5% duerme dos noches y el 2%, tres o más noches.

En lo que va de año, han pasado por el puerto de Barcelona 2,1 millones de cruceristas, con un aumento del 11,4% respecto al mismo periodo del año anterior. Este hecho no deja de ser llamativo en un momento de retroceso generalizado de otras formas de turismo, especialmente el que utiliza el aeropuerto de Barcelona.

Pero la política de la Autoridad Portuaria de Barcelona a la búsqueda de romper la estacionalidad del movimiento de cruceros y crecer en los meses invernales se produce también en el ámbito de pasajeros.

Además de los buques con destino a Italia, parte de Barcelona con incrementos constantes de pasaje los que enlazan la ciudad con Tánger (Marruecos). Este año han utilizado este método para viajar entre ambas ciudades 24.631 personas, hasta el pasado mes de agosto, lo que representa un incremento del 69,5% respecto a los mismos meses del pasado año.

La excepción en crecimiento es el pasaje entre Barcelona y los diversos puertos de las islas Baleares. De enero a agosto viajaron en los diversos buques que cubren estos trayectos 565.899 personas, lo que supone una pérdida de pasaje del 3% respecto al mismo periodo de 2007.

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