En busca de la belleza accidental
Joshua Davis, pionero del arte digital, presenta sus diseños en Madrid
Como el padre del arte digital, Joshua Davis ha expuesto en santos lugares como el MOMA de Nueva York; la Tate, en Londres; el Pompidou, en París, o el Guggenheim de Bilbao. Y ha colaborado con marcas por todo el mundo conocidas: Motorola, Sony, Chanel, Nokia, Volkswagen... Pero, ¿qué es exactamente arte digital? En su caso, diseño que se mueve más allá de las pautas tradicionales y denomina con algo de misterio "abstracción dinámica". Consiste básicamente en la creación de toda la vida, pero en la que interviene un programa informático con las instrucciones precisas.
En lo que a él respecta, su trabajo consiste en introducir imágenes o dibujos que proceden de los países y culturas más dispares con las que ha tenido contacto. Un quimono japonés, animales, plantas, incluso unos mapas que descubrió en el Vaticano le sirven de inspiración. ¿Tienen esas inspiraciones algo que ver con los grandes tatuajes que cubren los brazos y le suben hasta el cuello? Joshua Davis ríe y al menos niega que eso sea una expresión de su arte, "porque ninguno ha sido generado por ordenador".
"Mi técnica digital se basa en abstraer formas orgánicas tradicionales y mezclarlas de forma arbitraria, caótica, así cada composición siempre es distinta y única en sí misma". De manera algo poética, al resultado de ese proceso lo denomina "belleza accidental" o "un segundo congelado". La cultura asiática le motiva ahora especialmente. La suya -la norteamericana- no le resulta tan estimulante: "Únicamente tenemos 200 años de historia basada en la cultura McDonald's", explica mientras gesticula con unos brazos de los que es difícil apartar la vista. Desde siempre ha sido un nómada.
Nació en California hace 36 años, pero con seis, y a causa de sus pulmones delicados, tuvo que mudarse con su familia a las montañas de Colorado en busca de un clima más sano. Supo sacarle partido al traslado. En ese lugar, que atrae a esquiadores y snowboarders de todo el mundo, se empapó de su variante urbana -la cultura del skateboard- y de música punk. Empezó a ejercer de diseñador dibujando su propia tabla.
Con 22 años se fue solo a Nueva York, siguiendo los pasos de su admirado Jackson Pollock. El primer año durmió en el suelo en casa de amigos, aunque de tanta penuria extrajo una valiosa lección, prestada de una canción de Sinatra: "Si uno logra hacer algo en Nueva York lo puede hacer en cualquier sitio". Hablando de ciudades, Barcelona es el lugar al que siempre vuelve. Allí entró en contacto con la firma de papelería Miquelrius, que le pidió que estampase sus diseños sobre sus cuadernos. Fue una de esas raras casualidades porque resultó que Davis ya estaba familiarizado con la marca: utiliza un modelo de sus libretas, las únicas con hojas cuadriculadas, donde le gusta dibujar. Este mes ha presentado la línea (www.joshuadavis.com), que saldrá a la venta en octubre.
Davis no se siente muy condicionado por el éxito. "La pasión por crear está dentro de mí y ya me siento inmensamente afortunado al recibir dinero por hacer algo que haría de todas formas". Ahora sólo le preocupa desengancharse de la consola y del skateboard.
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