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Análisis:ENTRE PASILLOS | 11 Congreso del PSPV-PSOE
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Fin de fiesta con caras largas

Miquel Alberola

Ayer hubo más caras largas que el sábado. Se reflejaban en las cristaleras del Palacio de Congresos de Valencia. A las que habían perdido el congreso, se sumaron las de vencedores que quedaron fuera del reparto (la calderilla se estuvo negociando hasta el amanecer). También el cansancio había estropeado el rostro de los favorecidos y de quienes, no estando en el bombo y no esperando ni la pedrea, deseaban que el 11 Congreso fuera la lápida que cerrara, de una vez por todas, la etapa introspectiva del socialismo valenciano.

Sin duda, los socialistas valencianos inician otra etapa mientras tratan de cerrar un ciclo nefasto que coincide con tiempo en la oposición pero que se remonta a algunos años anteriores. Su rumbo todavía es demasiado genérico. Su lenguaje está plagado de lugares comunes. Pero los ejes que han de vehicular este cambio y el desarrollo del proceso están por revelar. Ayer Jorge Alarte no enseñó la patita, como correspondía, aunque subió el tono de su discurso para sacar pecho contra Francisco Camps y arrancar flojos aplausos en la grada. Despistó con que había olvidado los papeles y no descorrió la cortina.

Sin embargo, algunas cosas ya no serán como siempre. En qué medida no lo serán lo dejó inscrito Alarte en la configuración de la Ejecutiva, que copó de forma mayoritaria con los suyos -sus hipotecas, la imposición de Leire Pajín- y una mínima cortesía para su adversario, Ximo Puig. La Ejecutiva es el genoma del nuevo PSPV y, con las excepciones que convenga hacer (las hay), sus rasgos más esperanzadores son su juventud y su diversidad. Aunque también otros jóvenes -acaso con más talento y ganas de trabajar que algunos de los agraciados en la rifa total de comités- han quedado fuera, lo que constituye un despilfarro en un partido tan falto de esos recursos. Ana Noguera y Francesc Romeu, por ejemplo.

Con su coreografía todavía por pulir y su complejo municipal por despejar, Alarte acaba de inaugurar el poslermismo. No debiera suponer la aniquilación sistémica e individual de los lermistas, pero sí del lermismo entendido como coraza administrativa orgánica y sindicato -portuario- de rumbos, trajines y hegemonías. La complicada gestión de ese asunto compete a Alarte. El dedo amenazante de José Blanco sobre Puig es una ayuda, pero la maraña de intereses tejida desde 1978 es muy fibrosa.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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