Los socialistas resucitan su división
El pacto de Puig y Romeu descoloca a Alarte y la candidatura de integración que promueve la dirección del PSOE se complica
Fue un auténtico golpe de efecto. El pacto que desde hace días sonaba entre el alcalde de Morella, Joaquim Puig, y el director de la Fundación Jaime Vera, Francesc Romeu, se cerró con luz y taquígrafos en la primera jornada del 11 congreso de los socialistas valencianos. "Es un pacto contra natura, esto se debería de haber acordado en un despacho en lugar de abrir aquí la caja de Pandora", exclamó acusando el golpe el entorno del alcalde de Alaquàs, Jorge Alarte, candidato que llegaba con ventaja a un cónclave que ayer algunos ya bautizaron como apretado.
La noticia cayó como una bomba y eclipsó la presentación de avales ante el comité electoral. En ese aspecto, nada nuevo. El duelo de alcaldes que se venía esbozando desde hacía días se confirmó pasadas las seis de la tarde. El alcalde de Alaquàs, rodeado de su equipo de confianza, entregó en persona 263 avales -algo menos de la mitad de los delegados- a la comisión electoral. Las 150 firmas a favor de Puig llegaron de manos de los diputados Carmen Montón, Herick Campos y María José Salvador. "Ahora los del cambio ya saben donde está el cambio", señalaron. Francesc Romeu, director de la Fundación Jaime Vera y tercer aspirante en liza, se quedó corto en la colecta de avales y se enganchó al carro de Puig. Después de varios encuentros -el último con delegados de ambos lados- se cerró un acuerdo que estaba pergeñado desde las once de la mañana. A primera hora se reunieron en el hotel Hilton donde se fraguó esta alianza.
Las bases imponen que se mantenga "País Valenciano" en las siglas
La candidatura de integración por la que apostaba la dirección del PSOE en torno a Alarte, se esfumó conforme pasaron las horas, dando paso a un escenario de abierta confrontación. Los socialistas valencianos volvieron a mostrarse como un partido dividido. "Tampoco hay que dramatizar", reflexionaba un delegado afín a Puig. Las palabras que la secretaria de Organización Leire Pajín lanzó a primera hora de la tarde al plenario, pidiendo cohesión para hacer del PSPV un partido más fuerte, fueron en vano.
Si hoy, tras una noche que se presume larga y complicada, siguen en pie las dos candidaturas, el partido, en la oposición en las principales instituciones de gobierno durante los últimos 13 años, mostrará dos modelos contrapuestos: el cambio que defiende Jorge Alarte, compartido por la dirección federal, y el que se consolidó ayer en torno a tres sectores del partido, el lermismo, Romeu e Izquierda Socialista.
"Confluencia para ganar", concretó un pletórico director de la Fundación Jaime Vera tras dar la sorpresa con un movimiento que le permite hacer valer su peso sin contar con los avales exigidos. La bandera en la que se han envuelto Puig y Romeu ha sido la defensa de la autonomía del PSPV frente a Ferraz. La dirección del PSOE ha trabajado de firme para que Puig se plegara y al final se integrara en la de Alarte. El pacto de Puig y Romeu es una alianza a medio plazo de cara a los próximos congresos provinciales, e incluso a la candidatura a la presidencia de la Generalitat. "Una pequeña revolución silenciosa en nuestro partido y una verdadera alianza de generaciones", dijo Puig.
La tensión, que se respiraba desde el inicio del cónclave en los pasillos del Palacio de Congresos de Valencia, creció a lo largo de la tarde. Los rumores empezaron a correr. Primero se comentó la posibilidad de que Puig aceptara una presidencia y que la secretaría general fuera para Romeu e incluso que se mantenían los tres candidatos. La misma noche del jueves, Leire Pajín mantuvo una reunión con Joaquim Puig en la que exploró la posibilidad de la integración con Alarte en una sola candidatura, pero no logró una respuesta favorable.
El congreso comenzó, así, una hora después sobre el horario previsto por el desencuentro en torno a la composición de la mesa. Alarte quería que se visualizase su mayoría y reclamaba tres de los cinco puestos. Los otros dos aspirantes exigían una Mesa que respetase a los tres. Ante la falta de acuerdo, el equipo del alcalde de Alaquàs amagó con llevarlo a votación. Al final no fue necesario y tanto la mesa del congreso como el comité electoral mostraban esa mayoría. La composición quedó al final con el alcalde de Alfafar, Emilio Muñoz, como presidente, el alcalde de Chella, Pablo Seguí, como vicepresidente, y Vicenta Lloris, asesora municipal en Valencia, María José Montoliu, concejal de Betxí, y Marylén Albentosa, alcaldesa de Guardamar, como secretarias de actas y notas. Con esta composición, Alarte se hacía con tres representantes y Puig y Romeu se repartían los otros dos.
Con tintes menos dramáticos se constituyeron, en principio, las tres comisiones donde se debate desde ayer la ponencia marco del 11 congreso del PSPV. Una ponencia que sufrió un buen varapalo bajo la lluvia de enmiendas que fueron aprobándose. El cambio de nombre del partido pata eliminar el término "País Valenciano", propuesto por la ponencia oficial, había recibido cientos de enmiendas. Los 549 delegados demostraron en el plenario su desacuerdo al aplaudir a rabiar cada vez que alguno de los oradores pronunciaba desde la tribuna las actuales siglas del partido.
El alud de enmiendas presentadas en la comisión para "liderar una mayoría de progreso" presidida por Domingo Laborda y con Ángel Luna como ponente obligó a descartar la propuesta inicial del propio Luna de sustituir la actual denominación Partido Socialista del País Valenciano (PSPV) por Partidos Socialista de la Comunidad Valenciana (PSCV). "Se queda PSPV", confesó Luna en medio del debate. De hecho, durante las intervenciones de la mañana, fueron varias las referencias contrarias a renunciar a las siglas históricas de los socialistas valencianos. Entre ellas, destacó la que hizo el secretario general de la UGT, Rafael Recuendo, que subrayó que hablaba en el congreso "desde el País Valencià, que nadie se equivoque", dijo.
Otra de las enmiendas más polémicas, que pedía la celebración de primarias para la elección del secretario general -ahora se hace a través de delegados, de forma indirecta- fue asumida por la ponencia. Con esta decisión, el secretario general del PSPV sería elegido por sufragio universal de todos los militantes, lo que supondría, sin duda, un cambio de gran calado, cuya intención es romper el poder de los grupos de presión para escoger al líder. De todas maneras, este punto chocará con los estatutos federales del PSOE, que no lo contemplan. Será la dirección federal la que decida.
En la segunda comisión, donde los delegados discutían "el modelo de progreso para una sociedad avanzada", la ponencia aceptó las enmiendas sobre el agua y los trasvases que presentó Francesc Signes. Si en el congreso federal, el espinoso término trasvase fue traducido en el texto oficial como transferencia hídrica, ayer se dio un paso más y se incorporó al texto oficial la palabra trasvase, "siempre que sea económicamente viable, también sostenible desde el punto de vista medioambiental y socialmente aceptable".
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