El imposible asalto al rectorado
La Politécnica celebra elecciones, pero un rector en ejercicio nunca ha perdido
"Puede ocurrir que alguna vez un aspirante se imponga al aparato instalado, pero no es lo normal. La verdad es que es muy raro", dice el catedrático de la Universidad de Alicante José Asensi. Es lo bastante raro como para que nunca, desde que hace 25 años se aprobó la Ley de Reforma Universitaria, un aspirante haya conseguido desalojar del cargo a un rector valenciano que se presentaba a la reelección. El fenómeno no es valenciano. Un sondeo entre las universidades públicas españolas (las privadas no suelen celebrar elecciones), revela que el asalto al rectorado ha triunfado en cinco campus. Aunque la cifra debe ser superior (no todas han respondido a la encuesta), el resultado da que pensar dado el tiempo transcurrido y el hecho de que hay 48 universidades.
La Politécnica de Valencia celebrará elecciones este curso. Por ahora al rector Juan Juliá, le ha salido un adversario, Elías de los Reyes, ex director de la Escuela de Telecomunicaciones, pero los antecedentes hacen improbable la sorpresa.
¿Por qué el cargo resulta casi inexpugnable? "Los rectores tienen gran capacidad de gasto y gran capacidad de hacer nombramientos junto con el consejo de gobierno. Los alumnos brillan por su ausencia, y un puñado de votos cautivos puede ser decisivo", opina Asensi, que fue candidato en Alicante. "Y hay que tener en cuenta que la dinámica electoral no sigue criterios políticos, sino corporativos. La radicalidad no es comparable a la de las elecciones políticas, las sindicales o las que realizan internamente algunos partidos".
José María Álvarez Coque, catedrático de la Politécnica y rival de Juliá en las anteriores elecciones (que no contempla la posibilidad de repetir, pero tampoco considera "correcto descartar que pueda hacerlo") menciona otro factor: "Un rector maneja mucha información. Puede secuenciar e influir en los procesos electorales de centros y departamentos, y todo ello le confiere poder, porque en las universidades no existe una oposición organizada durante todo el mandato".
El funcionamiento de las universidades, dice Asensi, lleva a que muchas veces "la verdadera competencia se dé antes de las elecciones, en el interior de los equipos de gobierno, entre los delfines. Pero es un proceso más bien opaco, como una caja negra que hace muy difícil saber qué está pasando si no se está en el ajo". Asensi apunta también al modelo estamental de las votaciones. Y a una inercia psicológicamente "conservadora" (por progresista que el profesorado sea en el terreno ideológico). Una tendencia al "continuismo" con la que coincide Francisco Michavila, ex rector de la Jaume I de Castellón y catedrático en la Politécnica de Madrid.
Michavila cree que esas disfunciones deberían servir para abrir otro debate: el de la conveniencia de mantener las elecciones a rector. "A causa de la Dictadura, en España tendemos a pensar que esas elecciones son sinónimo de democracia y progresismo, pero ese no es el modelo de los países de nuestro entorno". El profesor cree que la dinámica electoral contribuye a que los equipos de gobierno antepongan otro tipo de intereses a la que debería ser la primera misión de las universidades: "Servir a la sociedad".
Cómo sustituir las elecciones es otro cantar. Echando un vistazo a la polémica en torno a la presidencia de las cajas de ahorros, Michavila señala: "Si el cambio fuera hacia un modelo de control político tampoco arreglaríamos nada".
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