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La privatización del Canal

El Canal cuesta 2.900 millones

La empresa pública que el Gobierno de Aguirre planea privatizar en contra de los alcaldes es la que más dinero aporta a las arcas regionales

Rebeca Carranco

La noticia le pilló en el coche el pasado martes. Antonio Palao, de 60 años, salía de trabajar. A la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, le quedaban dos minutos del discurso del debate del estado de la región. Antonio sintonizó la radio y en ese momento sonó nítido el mensaje de Aguirre: el 49% del Canal de Isabel II saldrá a Bolsa. Palao no daba crédito a lo que oía. Privatizaban la empresa pública en la que trabajó su abuelo, luego su padre y en la que él lleva 36 años dejándose la piel. Llegó a casa y le confesó a su mujer: "Tengo miedo".

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Falta dinero. O eso dicen los dirigentes regionales, que se aferran a una cifra, 4.000 millones de euros, para acometer "nuevos requerimientos medioambientales en materia de depuración y reutilización de las aguas". Detrás de la decisión está, según todas las fuentes consultadas, el presidente del ente y mano derecha de Aguirre, Ignacio González. El Canal, valorado en 2.900 millones de euros según fuentes de la compañía, es una de las grandes empresas públicas que le queda al Gobierno regional, además de Telemadrid (que el PP también quiere privatizar, pero es una competencia estatal). Y la que más dinero aporta a las arcas. El Canal tiene 1.800 millones de fondos propios y ganó el año pasado 76,7 millones, según el borrador de su memoria económica.

"Esta chiquita es insaciable". Antonio Palao se refiere a Aguirre. Ella ha revuelto las aguas del Canal, donde los 2.200 trabajadores sólo hablan de privatización. "Es lo peor que he vivido desde que entré", dice el hombre sujetando el cigarro. Era 1972, tenía 22 años y cobraba 3.150 pesetas (20 euros). La empresa ya arrastraba historia: nació en 1851, durante el reinado de Isabel II, a la que debe su nombre, y hasta 1984 no pasó a manos del Gobierno regional.Antonio Palao empezó como peón de fontanería. El dinero le daba "justito para comer" y buscaba "chapuzas" después del trabajo. Pero era un empleo seguro, en una empresa en expansión. "Poníamos contadores en Leganés, Fuenlabrada, Getafe, San Fernando de Henares...", recuerda. Y antes que él lo hacía su padre, reparando averías, y antes que éste, su abuelo, como albañil. Por eso siente el Canal un poco suyo: "Todos juntos hemos tirado del carro".

Un carro que hoy depura y reparte el agua a toda la Comunidad (más de un millón de clientes). Sólo Alcalá de Henares y San Lorenzo del Escorial tienen suministro propio. "Los más difíciles fueron los pueblos más pequeños, donde apenas se cobraba por el agua, o se regalaba directamente", rememora. Eso queda lejos. Los tentáculos del Canal llegan ya a Latinoamérica, donde abastece a cinco millones de personas repartidos entre Colombia, Ecuador y República Dominicana.

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Igual de lejos que las 3.150 pesetas y sus años de mozuelo fontanero. Hoy Antonio Palao, con la cabeza repleta de canas, es "capataz de aducciones", tiene a 13 personas a su mando y cobra 1.800 euros netos al mes. "Se ha profesionalizado mucho, antes la gente entraba porque su padre trabajaba en el Canal". Como él, que se crió en un bloque de la calle de General Yagüe, 36, propiedad también de la empresa. "Vivíamos rodeados", bromea. Era algo habitual: el Canal compraba pisos que alquilaba a los trabajadores. Poseía viviendas en el Manzanares, en Ríos Rosas, en Islas Filipinas...

Saber qué queda de eso hoy es complicado. Oficialmente no facilitan información. Fuentes del Canal hablan de unas 200 viviendas despanzurradas por la región y terrenos en todos los municipios. En la capital posee edificios históricos, donde antes había depósitos, como el de Campo de Guardias, en Bravo Murillo, el vertical, en Santa Engracia, donde también tiene las oficinas centrales, o el de las Islas Filipinas. Suyos son también los terrenos de plaza de Castilla, donde está la Fundación, o los 8.750 metros cuadrados de los Teatros del Canal. Su patrimonio superó en 2007 los 670 millones. La cifra incluye también las infraestructuras, como 14 embalses que gestiona, los 14.136 kilómetros de red y las 147 depuradoras. Su precio en el mercado podría superar hoy los 2.900 millones, según fuentes del Canal.

Pero oficialmente es imposible conocer su valor. El oscurantismo es la regla de oro en el Canal. Y Palao lo reconoce, pero cuando se le pregunta por corrupción... "No, no, no", repite con obstinación. "Donde hay mucho siempre alguien se quiere quedar con algo. Pero no más que en cualquier otro sitio", justifica. Hace cinco meses saltó a los medios un caso de estafa en Hispanagua, una de las siete filiales del Canal (Hidráulica Santilla, Canal de Comunicaciones Unidas, Hidroser Servicios Integrales del agua, Canal Extensia, Canal Energía y GSS Venture). Dos trabajadores robaron 700.000 euros a través de facturas abultadas o el cobro de trabajos que nunca se hicieron. González echó a los dos supuestos ladrones, que a su vez acudieron a los tribunales. Uno de ellos tuvo que ser readmitido. El incidente valió a socialistas y populares el intercambio de acusaciones de tráfico de influencias. Desde entonces el runrún de corruptelas no cesa, aunque no se hayan podido demostrar.

¿Qué va a pasar ahora? Los ayuntamientos tienen la competencia de distribución y depuración del agua, que ceden al Canal, previo convenio. Los 34 consistorios gobernados por socialistas ya han anunciado que romperán sus acuerdos. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, anunció el pasado jueves que si privatiza el Canal se verá obligado a sacar a concurso público la gestión del agua en la capital. "Ya veremos si vale para algo [la afrenta de Gallardón]", se lamenta Palao. Teme que "el barco ya no tenga un rumbo fijo". Ahora ya no sonríe. El presente le asusta. Y eso que ya está con un pie fuera de la empresa porque ha pedido una jubilación parcial. "¿Por qué tiene que pasar esto?", se pregunta.

"Duele mucho. Llevo una vida laboral a cuestas que no puedo olvidar...". Y lo peor es que no lo entiende: "Aguirre dijo que cada madrileño podría comprar acciones del Canal. ¿Cómo se puede vender a los madrileños un patrimonio que ya es suyo?".

Embalse de El Atazar, gestionado por el Canal de Isabel II, en una imagen de archivo.
Embalse de El Atazar, gestionado por el Canal de Isabel II, en una imagen de archivo.ULY MARTÍN

Plante en los teatros

El Comité de Empresa del Canal de Isabel II, integrado por unas 25 personas de varios sindicatos, incluidos UGT y CC OO, tiene previsto plantarse mañana en la preinauguración de los Teatros del Canal. Y no para asistir al espectáculo de Nacho Cano, titulado A, al que estaba invitado, sino para manifestar su rechazo a la privatización del 49% de la empresa. Al acto está previsto que asista la presidenta de la Comunidad de Madrid y artífice de la privatización, Esperanza Aguirre.

El complejo artístico está formado por tres edificios, dos teatros y un centro de danza, ubicados entre las calles de Cea Bermúdez y de Bravo Murillo. El solar, propiedad del Canal, tiene 8.750 metros cuadrados, y las obras han costado casi 100 millones de euros. La construcción empezó hace seis años. "Ese dinero y ese esfuerzo que ha hecho la Comunidad se podrían haber destinado a otras cosas, como son las mejoras tan necesarias para las que dicen no tener dinero", lamentó el consejero de UGT en el ente público, Andrés Muñoz. Los sindicatos han anunciado campañas de información a los trabajadores y movilizaciones.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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