Paul Chan, explorador del presente
Los coleccionistas empiezan a interesarse por la obra de este artista multifacético
En el mundo del arte todos parecen quejarse de que los artistas jóvenes sólo piensan en ganar dinero. Pero según estos jóvenes, a los que nadie se preocupa en identificar, eso es una generalidad que flota en la atmósfera mediática creada por la prensa y los expertos, mientras lo real es que los artistas tratan de trabajar y vivir de su trabajo. "Es una acusación vaga. Conozco decenas de artistas que no ganan ni un duro y sólo se preocupan de sus proyectos. No creo que en el arte sea diferente a otro horizonte cultural: todo ha sido tocado por la idea de que el dinero es lo importante, pero no todos nos lo creemos".
Paul Chan es artista. Utiliza la fotografía, el vídeo, el teatro, la palabra... Con 35 años, su obra empieza a ser buscada por los coleccionistas, como demostró la expectación durante su última exposición, en el New Museum de Nueva York la pasada primavera. Titulada 7 lights, (con la palabra lights del título tachada), Chan presentó en una sala oscura una serie de proyecciones sin sonido en las que diferentes objetos, desde bicicletas a personas concebidos digitalmente caían sobre paredes y suelos, mientras otros se elevaban sobre diferentes colores. Pese a su inquietante belleza, el sabor era triste. "La idea de la belleza es la cualidad de las cosas que evocan otras insoportables, porque la belleza está conectada con lo que no queremos mirar", sentencia críptico por teléfono este artista, que se ha negado a una entrevista cara a cara.
"La creación artística es incompatible con el activismo"
Chan mide mucho cada una de sus palabras. Le gusta jugar con el lenguaje. En los días previos a su muestra, empapeló la ciudad con carteles en los que se podían leer frases como: "Tú piensas que las cosas terminarán: y será sólo el principio". Algunas de las palabras aparecían tachadas, de modo que, con las que quedaban limpias, también se construían frases de aire más onírico o surrealista. "Las palabras son importantes y escuchar es una forma de hablar", afirma Chan, que devora la obra de Beckett, Ionesco, Gertrude Stein o Adorno.
Durante su adolescencia le marcó un montaje de Esperando a Godot hasta tal punto que años después decidió llevar a Beckett hasta un lugar donde la espera se convirtió en pesadilla: Nueva Orleans, donde tras el huracán Katrina la gente tardó días en ser rescatada. "Visité la ciudad después del huracán y creí necesario situar la obra en ese contexto. No me interesa hacer teatro, sólo me interesaba la experiencia de hacerlo allí. Descubres que todos podemos convertirnos en supervivientes en pleno siglo XXI".
Nacido en Hong Kong pero americanizado a los ocho años, cuando su familia se mudó a Omaha en busca de un aire mejor para Chan, que era asmático, estudió en el prestigioso Art Institute de Chicago, diversificando su interés también hacia el activismo social. Participó en los movimientos antiglobalización y cuando un amigo le propuso irse a Bagdad, poco antes del estallido de la guerra, no se lo pensó. Allí realizó diferentes proyectos fotográficos y de vídeo, cargados de crítica social.
Sin embargo, él se niega a identificar su creación artística con una forma de activismo. "Son cosas incompatibles", dice. Sin embargo, frente a las críticas contra los artistas de su generación, a los que se acusa de estar alejados de la realidad social, él contrapone una visión esperanzadora: "Cuando los activistas del 68 abandonaron las calles y se pusieron a meditar y hacer yoga no significaba que se hubieran rendido. Sólo buscaron otro lenguaje. En este momento puede que no reconozcamos el lenguaje de la última década, pero han nacido muchos movimientos. Hay comunidades digitales y cientos de cosas ocurriendo en Internet. Es la parte positiva de la globalización. Formalmente las fronteras han muerto".
Grandes preguntas
- ¿Quién es? Paul Chan es un artista polifacético, que echa mano de distintas expresiones artísticas: vídeo, fotografía y teatro. Siempre en constante búsqueda, la palabra también juega un papel importante en su actividad creadora. Nació en Hong Kong, en 1973, creció en Nebraska y vive en Nueva York. Le gusta tanto mantener su privacidad que es muy difícil verle fotografiado.
- ¿De dónde viene? De la animación digital. Se graduó en vídeo y nuevas tecnologías en la Universidad de Bard (2002) y obtuvo el Premio BFA de Vídeo Arte Digital Contemporáneo en el Art Institute de Chicago. Su obra se ha expuesto en París, Hong Kong, Ámsterdam y Nueva York, entre otros lugares.
- ¿Adónde va? Su próximo proyecto está relacionado con el sexo y el porno. ¿Podría concretar algo más? "No, es absolutamente secreto y pornográfico".
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