Rossi se lleva el gato al agua
El italiano se impone en Indianápolis tras neutralizarse la carrera por el huracán Ike a siete vueltas del final
Indianápolis y las motos no mezclan bien. Se sabe desde la inauguración del circuito, Racing Capital of the World (la capital mundial de las carreras), en 1909. Entonces fueron las dificultades para construir la pista lo que obligó a posponer unos meses la primera carrera que iba a celebrarse. Un siglo después de aquello fueron las tormentas que coletean tras el huracán Ike las que casi se cargan el desembarco de MotoGP en este escenario tan mítico. Finalmente y tras un esfuerzo descomunal de los operarios del circuito y de la organización, la carrera arrancó (la del dos y medio se suspendió debido al viento), aunque la bandera de cuadros nunca llegó a ondear. Siete vueltas antes del final, los comisarios mostraron los banderines rojos que daban por buena la clasificación de la vuelta anterior (la 20). El primero en cruzar la meta había sido Valentino Rossi, seguido de Nicky Hayden y de Jorge Lorenzo, que consiguió el primer podio de su vida bajo la lluvia.
La victoria del italiano, la séptima de la temporada, le acerca a su sexto título mundial
La victoria del italiano, la sexta de la temporada, tiene un valor enorme. Le acerca a su sexto título en la categoría de las motos pesadas. Rossi podría coronarse en Japón, dentro de 15 días y tres carreras antes de que el campeonato acabe en Valencia. Además, la machada en Indianápolis supone la 69ª de su trayectoria en MotoGP, lo que le define como el motociclista más fructífero, por delante de Giacomo Agostini, que se retiró tras ganar 68.
En un panorama tan adverso como el de ayer, con el agua cayendo a cántaros, el cemento resbaladizo y un aire que tumbaba, la habilidad de Rossi fue determinante. Se manejó como un equilibrista y exhibió un dominio abrumador del acelerador. Y eso que no lo tuvo fácil, porque delante se encontró con un Nicky Hayden más guerrero que nunca. El cowboy de Kentucky corría en casa y se vio flamenco. La ocasión parecía que ni pintada para Hayden soltara un corte de mangas a Honda antes de enfundarse el mono de Ducati la próxima temporada. Dadas las circunstancias y con la marca del ala dorada bailando al compás que marca Pedrosa (terminó octavo), el segundo puesto tampoco está mal. Tras ser ninguneado desde el principio del curso, el norteamericano se desquitó frente a su hinchada, y demostró que el ser un chico educado y divertido no le hace perder décimas en la moto. El campeón de 2006 se lo puso peludo a Rossi, y ambos se encarnizaron en una deliciosa gresca. Condicionado por la fractura en el pie izquierdo que le impidió correr en Brno y en Misano, la mejor versión de Hayden apareció en casa. Kentucky Kid se pasó el fin de semana derrapando, tanto en frenada como en aceleración. Seguramente fue eso lo que le condenó. En MotoGP, las derrapadas quedan muy plásticas, pero el cronómetro las penaliza. La moto patina.
Tras rodar pegado a Hayden varias vueltas, Rossi lo enfiló al llegar a la frenada de la recta trasera (14ª vuelta), se abrió a un lado, frenó más tarde, encaró el viraje por el interior y embocó la salida primero. Hasta que la carrera se neutralizó, el italiano bajó sus tiempos medio segundo. Así, tan fácil, y contra viento y marea.
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