Goleada sin Raúl
Bernd Schuster abandonó anoche Chamartín con dos constataciones bajo el brazo. Primero, el espíritu del Bernabéu sigue vivo. Segundo, el Madrid goleó con Raúl sentado en el banquillo. Ni las peleas veraniegas con la dirección deportiva por la nefasta política de fichajes, ni los interminables problemas con Robinho, que acabaron con la marcha del jugador al Manchester City, ni la lesión de Wesley Sneijder han podido con el duende que se apoderó del estadio blanco hace dos temporadas. Hay algo, además de la épica, que sigue empujando al Madrid, que ayer fue capaz de remontar dos veces el marcador en contra. Primero con Guti -que marcó el gol número 5.000 de la historia del club- y luego con Higuaín.
El conjunto de Schuster goleó al Numancia en la noche en la que el técnico alemán decidió sentar a Raúl. Hacía casi un año que el siete del Madrid no era suplente. La última vez que vio corretear a sus compañeros desde el banco fue en octubre del año pasado contra el Deportivo.
El capitán se encerró en el gimnasio de Valdebebas durante toda la semana. Se le vio correr con Sneijder, pero no entrenar con el resto de sus compañeros, bueno, los que quedaban por no haber viajado con sus respectivas selecciones.
Su ausencia del césped se debió oficialmente a la obligación de cumplir con un plan de trabajo específico diseñado por los técnicos y los médicos para que Raúl recuperara la forma y el tono muscular. Oficiosamente, sufría un problema en el tendón de Aquiles.
Curiosamente, su desaparición entre las paredes del gimnasio coincidió con la desaparición de los partes médicos de la pizarra magnética de la sala de prensa de la ciudad deportiva.
Schuster dijo la víspera del partido que el jugador "estaba totalmente recuperado", y que iba a poder contar con él pero ayer, quizás pensando en el partido de Champions del miércoles contra el Bate, decidió que era mejor dosificarlo y hacerle disputar sólo los últimos 20 minutos.
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