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Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Culo

Juan Cruz

Kierkegaard era un simple.

Ayer, en Mujeres y hombres y viceversa (Telecinco) le dieron sopas con honda al danés autor de Diario de un seductor. Él era un teórico y aquí iban a lo práctico. Puestos a hablar de las cosas concretas, él nunca hubiera dicho la palabra culo; los teóricos tienen otros subterfugios para tocar el cuerpo.

El asunto tenía que ver con el culo de una chica que se llama Soraya. Ella lloraba y se lo tuvieron muy en cuenta. "Lloras porque eres sincera". Sinceridad, culo, intimidad: he ahí la ecuación mágica. Kierkegaard no tenía ni idea. Un simple.

En los viejos tiempos, sinceridad era una palabra adolescente; éramos sinceros y auténticos, queríamos serlo. Los que leíamos a Michel Quoist y queríamos ser como Ladislao hablábamos de la sinceridad como si fuera una amiga (casta). Pero no se enseñaba el culo.

Esta Soraya parece que enseñó el culo en el programa, y por eso ayer hablaban de esa parte famosa del cuerpo. La presentadora, Emma García, fue más cauta que los que sacaban a colación el culo de la chica. Imma decía trasero, una versión menos pomposa para señalar la zona.

En inglés bottom no ofende, no sólo significa culo, sino que también sirve para decir fondo. Pero en México dices culo y te amordazan. Allí es una mala palabra. De hecho, en inglés se dice que las palabrotas son four letter words, y aquí las primeras palabras que buscábamos en los diccionarios -culo, coño, puta- siempre eran de cuatro letras. Palabrotas.

Un chico le daba consejos a Soraya, como si fuera José Antonio Marina o alguno de los famosos colegas mediáticos de Kierkegaard. Le dijo: "Que no dejes de ser Soraya nunca". Soraya asentía. Sufría de males de amor, pero le fueron endulzando la tarde con piropos que eran una caricia a la autoestima. Le decía el muchacho: "Que sigas trabajando en el amor, que seas la chiquita de sonrisa perfecta". Al final, antes de los aplausos, declaró la muchacha: "Ya he solucionado todas mis dudas".

Eso tiene la tele, que es mejor que Kierkegaard, porque Kierkegaard hubiera dejado a la chica hecha un mar de dudas y con el culo al aire.

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