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Crónica:VUELTA 2008 | Novena etapa
Crónica
Texto informativo con interpretación

Líder de conveniencia

El Astana respalda a Egoi Martínez para convertir al Euskaltel en un aliado

"Lo hemos conseguido y estamos contentos con el resultado". Quien así hablaba al término de la etapa de ayer no era Egoi Martínez, el ciclista del Euskaltel que se había enfundado el maillot de líder de la Vuelta. Tampoco era Jon Odriozola, el joven director del equipo vasco. Ni Greg van Avermaet, el sprinter del Lotto que se adjudicó el triunfo superando a tipos aguerridos como Rebellin, Cunego o Nocentini. Ni su director, Hendrik Redant, quizá sorprendido por la inesperada victoria. No. Era Johan Bruynnel, el manager del Astana, con una sonrisa amplísima y una mirada pilla pese a que acababa de perder el jersey oro que lucía su segundo de a bordo, Levi Leipheimer. "Una parte [del jersey oro] es mía y otra de Johan, con el que tengo una relación fantástica" (fue su director en el Discovery), reconocía con sinceridad Egoi Martínez, el hombre más feliz del mundo a sabiendas de que es un líder de conveniencia, el fruto feliz de un pacto tangible de intereses variados.

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Un día rectangular

Al Astana le molestaba el liderato de Leipheimer. Le obligaba a trabajar de aquí hasta las decisivas jornadas de Asturias del fin de semana. Le exigía trabajar para un líder que aún no lo es en el equipo y que sólo lo será si Alberto Contador se apajara, que diría Alejandro Valverde. En cualquier caso, soltar a Leipheimer es siempre una tarea complicada. Vamos, que el Astana no quería ser líder en Sabiñánigo. El Euskaltel era una buena coartada: una buena formación necesitada de un éxito que corrobore su esfuerzo, un colectivo capaz de controlar a muerte la carrera con tal de defender su jersey oro. Un amigo ideal. Más aún, si el nuevo líder es Martínez, un buen amigo de Bruyneel que le proporcionaba una doble alegría: ganar un aliado y premiar a un colega.

Lo resumió muy bien Odriozola, el director del Euskaltel, al término de la etapa: "Lo que Johan quería [perder el liderato] era bueno para nosotros". Ya se lo había anunciado Bruyneel a Egoi antes de salir: "Si quieres, hoy es un buen día para pillar una escapada e intentarlo". El pacto estaba en marcha, pero curiosamente Martínez fue el último en entrar en la escapada de 12 corredores tras los intentos nerviosos de la salida (la etapa arrancaba exactamente al pie del alto del túnel de Vielha). Tardó Egoi, pero llegó porque la escapada tenía buena pinta: era amplia y con corredores de prestigio, fuertes y ambiciosos para rodar por los toboganes y puertos que conducen de Vielha a Sabiñánigo. Además, tenía a su lado al joven Alan Pérez, un gregario de lujo. "Se sacrificó por mí renunciando a disputar la etapa", le agradeció Martínez, ya líder.

Todo en marcha. El Astana no iba a tirar y los demás no querían desgastarse en pequeñas batallas. La jugada era clara: el Astana regulaba la ventaja para que Egoi fuera líder (pero sin excesos) y el CSC y el Caisse d'Epargne la regulaban para evitarlo. No se trataba de abortarla, sino de arruinar la jugada del equipo de Contador. Y así fueron haciendo kilómetros y kilómetros (convirtieron a Moncoutié en líder de la montaña, así está la cosa) sin más objetivo que mirar al reloj, calcular, medir, mientras en cabeza Pérez, boquiabierto, extenuado, tiraba y tiraba. Su pequeña carcasa contrastaba con el armazón de Egoi, siempre a su espalda. Tirar, tirar, tirar hasta el liderato y que la etapa se la jueguen los demás.

Y, al final, el CSC y el Caisse d'Epargne salieron del escondite. A falta de seis kilómetros, comenzaron a tirar del pelotón para evitar que Egoi, es decir el Euskaltel, fuera líder y que el Astana se viera obligado a trabajar de aquí a los pies del Angliru. Pero no. La jugada de póker descubierto salió perfecta para la pareja vasco-kazaja. Era el triunfo del ciclismo táctico, legítimo, que premiaba la combatividad del Euskaltel y la matemática del Astana, aunque fuera de esa manera.

Egoi Martínez, ante los reporteros inmediatamente después de cruzar la meta.
Egoi Martínez, ante los reporteros inmediatamente después de cruzar la meta.REUTERS

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