Dos jugadoras por un 'número uno'

Serena Williams y Jelena Jankovic disputan hoy la final del Abierto de Estados Unidos, después de que el encuentro, previsto para ayer, fuese suspendido por la lluvia. Su presencia en el partido decisivo ejemplifica los turbulentos tiempos que vive el tenis femenino. Se retiró, en la cima, la belga Justine Henin y desde entonces nadie se ha hecho sólidamente con su testigo. La vencedora en Nueva York sería la próxima número uno del mundo. Nadie sabe cuánto durará en el puesto: a principios de semana, hasta seis jugadoras tenían posibilidades matemáticas de ocupar el trono (Ana Ivanovic, Svetlana Kuznetsova, Dinara Safina, Elena Dementieva y las dos finalistas).

¿Cuál es la diferencia que explica su renacimiento?, le preguntaron a Serena, que ganó su primer torneo grande hace nueve años en Nueva York. "Que ahora estoy dispuesta a pagar el precio", contestó la estadounidense, número uno en 2003. "Estoy dispuesta a esforzarme dentro de la pista y fuera de ella. Si no me entreno, mi mente enloquece. No creo que la gente espere que gane, pero nunca dudé de que volvería a estar en una gran final", continuó tras derrotar en las semifinales a Dinara Safina (6-3 y 6-2), la hermanísima, además de la jugadora más consistente del circuito en los últimos meses. "Estoy aquí para quedarme", cerró.

La retirada, en la cima, de la belga Justine Henin ha abierto un vacío de poder

Serena quiere quedarse y Jankovic llegar. La serbia, que siempre juega vendada, nunca había superado la semifinal de un torneo grande. Venció a la rusa Elena Dementieva (doble 6-4) y así se aseguró su primera final y la posibilidad de acabar con la etiqueta de que es una tenista regular, pero sin resultados de postín. "Me siento mucho más fuerte mentalmente", analizó Dementieva; "realmente, creo en mí misma. Pienso que ha llegado el momento de dar un paso adelante, romper barreras y llegar a lo máximo. Vine aquí porque quiero ganar un título del Grand Slam".