"A EE UU llegué con hambre, hoy soy un 'chef' feliz"
Disneylandia se enorgullece de ser "el lugar más feliz del mundo" y quizá lo sea porque todo lo que se ven son caras risueñas disfrutando de un paraíso utópico basado en el fantástico mundo de Walt Disney. Rostros risueños que incluyen el de Jorge Sotelo, el chef ejecutivo pastelero del hotel Grand Californian encargado de supervisar la repostería de este complejo de parques temáticos que los estudios Disney tienen en Anaheim (California). Él ha escogido el restaurante Napa Rose para este encuentro, el más elegante del sello Disney, también su lugar de trabajo.
Pero todos sus poros exudan un profundo orgullo, y la ilusión de mostrar su obra es la que determina su elección: un surtido pastelero que incluye dos de sus preferidos, el soufflé de chocolate y la tarta de manzana. Curioso: los come con la vista porque se limita a beber agua. Este mexicano de 41 años reconoce que ni le gustaban los postres antes de llegar a EE UU, nada que ver con "los frijolitos con carne asada" que le preparaba su abuela.
Pasó de la pobreza a inventar postres con toque mexicano en el complejo Disney
Sotelo es el mejor ejemplo del modus vivendi que vende la sociedad estadounidense: el del hombre que se hace a sí mismo. Llegó a EE UU en 1985 de un pueblo perdido en Jalisco, México, para ser lavaplatos del hotel Hilton en Irvine, al sur de Los Ángeles. Ése era su futuro. No hablaba una palabra de inglés y si le preguntas cómo entró en el país se limita a sonreír. Lo que no calla es su orgullo como chef pastelero en este complejo de parques de atracciones donde comenzó a trabajar en 1995.
"Son ya 13 años y ha sido difícil, pero se trata de la aventura más bonita de mi vida", resume. Como asegura más pendiente de hacerme probar todos sus postres que de su propio descanso, llegó a EE UU "con hambre", una expresión literal pero también figurada. "Uno viene con anhelo de triunfar y haces cualquier cosa. Nadie cruza la frontera para emborracharse", asegura defendiendo a todos los que persiguen un sueño en otro país.
Fueron ocho meses lavando platos hasta que la oportunidad le cayó del cielo. "El chef me dijo que necesitaba ayuda y yo, que ni sabía inglés ni de repostería, traté de leerle la mente", recuerda. De ahí que cuando el chef le llamó a un aparte lo único que se le pasó por la cabeza es que se había metido en problemas. Muy al contrario. Pasó de lavaplatos a ayudante de cocina. Y de ahí al Instituto de Cocina Francesa de Chicago. "Disneylandia me cambió la vida", asegura.
Hoy, al frente de un equipo de unas 20 personas -el 80% hispano- lucha por gustar a los niños, para gustar así a los padres. Y por incluir toques de su tierra: el chocolate que utiliza suele ser mexicano, azteca si es posible; al soufflé le añade un toque de canela; y su tarta de manzana viene acompañada de helado de dulce de leche. Eso cuando no prepara churros, helado de aguacate o pastel de tres leches. Termina su relato y tiene más hambre, pero también de otra cosa: de conocer a Ferran Adrià y poder aprender algo de El Bulli. Conociendo a Sotelo, seguro que lo consigue.
Napa Rose. Anaheim (California)
- Degustación de pastelería (soufflé de chocolate con helado de chocolate amargo, tartaleta de manzana y vino caliente con sorbete de fresa, pastel de queso con caramelo al ron y galletas de mantequilla y fresa): 21 dólares
- Café Napa 'Pick me up': 9
- Dos de agua mineral: 12
Total: 42 dólares (29,5 euros).
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