Alianzas contra el poder
La exposición de los fondos de la Fundación Daros Latinamerica en la Tabakalera de San Sebastián incluye muestras importantes de tres actitudes críticas vigentes en el arte latinoamericano actual. La primera es Continuel-Mobile, una obra del artista argentino Julio Le Parc, que viajó a París a finales de la década de los cincuenta y se juntó con artistas como el húngaro Vasarely y los venezolanos Jesús Soto y Cruz Díez.
Con ellos puso en marcha el Grupo de Investigación en Artes Visuales. El grupo es señalado en la historia del arte como el núcleo fundamental del arte cinético, extremo que Le Parc no desmiente pero que matiza con la aclaración de que al grupo no le interesaba tanto la experimentación puramente visual como "el estímulo a la participación del espectador en la obra de arte". "En esa época", añade, "ni los museos ni las galerías de arte tomaban realmente en cuenta al espectador, y nosotros vimos en esa omisión -y en la consecuente pasividad del espectador- una manifestación adicional de la pasividad que la sociedad imponía en general al individuo. Por eso hicimos obras que incitaban a la acción y a la participación".
No es neutral
Varios artistas
Tabakalera. Centro Internacional
de Cultura Contemporánea
Duque de Mandas, 52. San Sebastián
www.tabakalera.eu/. Hasta el 5 de octubre
El problema para Oswaldo Macia -un artista colombiano radicado en Londres desde los años noventa- es otro. A él lo que le inquieta es la escopofilia de la sociedad contemporánea que, junto con su vocación panóptica, privilegia la mirada de una manera avasallante. De ahí que su trabajo se centre en piezas olfativas y auditivas, que pretenden recordarnos que tenemos otros sentidos y que el descuido de los mismos tiene implicaciones y consecuencias.
El brasileño Cildo Meireles -premio Velázquez de las Artes Plásticas- reunió en los años ochenta las lecciones del conceptualismo con el activismo social y político, y uno de los logros de esa etapa es la instalación Missao/Missoes (Cómo construir catedrales), un recinto cerrado por cortinas negras cuyo suelo está cubierto por 600.000 monedas y de cuyo techo cuelgan 2.000 huesos. Una columna hecha de hostias une estos extremos. La obra es una inquietante alegoría de la alianza entre el poder y la Iglesia.
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