El túnel
El que salga de un túnel, o del verano, y ponga la tele se encontrará que este es un país de concursos. Los hay en todas partes, en todas las parrillas, menos en La 2. En La 2 ponían en directo el viernes la comparecencia parlamentaria de Magdalena Álvarez, la ministra de Fomento, para explicar lo que sabe del accidente de Barajas. Los accidentes causan dolor y preguntas; todos queremos saber qué pasó. A veces esas comparecencias se convierten en trincas, como las de las oposiciones. Hubo un momento en que quienes interrogaban a la ministra debieron darse cuenta de que la curiosidad a veces rompe el saco, y dejaron a la ministra un poco de respiro. Querer saber a veces esconde querer decir que el otro no sabe, o no lo sabe explicar. Todo interrogatorio es sádico, y si es sobre el dolor (ajeno) el sadismo alcanza cotas de acoso. Dio una respuesta Magdalena Álvarez que vale por un desmentido a uno de los titulares más oprobiosos de los últimos tiempos (o de los últimos segundos), ese que atribuía el accidente a la crisis de la compañía.
El túnel. Cuando uno abandona ese tubo negro que la tele convierte en una sucesión de concursos, se encuentra a Otegi, saliendo de la cárcel, más delgado y diciendo lo mismo que decía antes de que su grupo le desmintiera matando en Barajas, precisamente. De modo que uno vuelve a padecer la sensación de que el tiempo se muerde la cola. Es una sensación angustiosa, de dèja vu muy propia de las alucinaciones que produce la tele.
En la tele el tiempo pasa más rápido; está hecha para aniquilar el tiempo y hasta el suceso. ¿Se acuerdan de Obama? Ahora la estrella es McCain. Presentó a su vicepresidenta, una mujer que está entre Nathalie Wood y Meryl Streep. En la CNN discutían sobre qué pasaría con ella si McCain se muere, y qué pasaría con el vicepresidente de Obama si a éste lo matan. Me sorprendió la crudeza de ambas disyuntivas, y sobre todo me causó estupor la suposición de que uno moriría por las buenas y que el otro podría morir asesinado. Imaginé que son cuestiones que resolverá el túnel, y ya no hay más remedio que pensar que el nuevo túnel se llama septiembre.
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