Los raros designios del pop
NO está pasando. Y debería. Replica sun machine, el segundo largo de The Short-wave Set, la banda preferida de Danger Mouse, el productor de este año, debería estar en boca de los líderes de opinión y en los equipos de música de los que escuchan todo antes que tú. Este verano iba a ser el momento en el que este trío de Deptford, al sureste de Londres, meca del punk y del mod revival, se convirtiera en la punta de lanza de un cambio radical de usos y costumbres del pop británico.
Son el grupo que le mandó un e-mail al mítico Van Dyke Parks y logró que les hiciera unos avasalladores arreglos de cuerda, o que llamó a John Cale, hizo una colecta para su billete de avión, y consiguió que desafinara un poco su viola para ellos. "Todo eso es muy grande. Nombres que sólo logras si estás con Danger Mouse. Él cree que es capaz de todo. Y así es. Lo hemos comprobado. Nos ha redefinido el sonido hacia algo envenenado que no teníamos. Además, está en la mesa de mezclas y te dice: 'Oye, ¿no crees que unas cuerdas de Van Dyke Parks irían bien aquí', o '¿Y si llamamos a John Cale, ¿tenéis pasta para el billete?'. Es otra liga, la liga de la gente que logra lo que quiere, algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados", recuerda Andrew Pettitt, voz, guitarra y principal compositor de este combo de pop psicodélico, electrónica de baja intensidad y orfebrería emocional, quien no puede más que considerar casi como una epifanía el trabajar con Mouse.
Danger Mouse, con sus múltiples y variadas producciones y su soberbio largo con Gnarls Barkley es (junto a Rick Rubin, ya no sólo empecinado en recuperar a viejas glorias, sino principal artífice de la reconversión de Columbia en un sello guay, gracias al fichaje de los tres grupos con más potencial del año, Glasvegas, Ting Tings y MGMT) el otro líder de opinión de la temporada. "Hemos descubierto lo importante que es un buen productor y lo grande que es tener alguien famoso que hable bien de ti. Es importante, pero no te cambia nada. Es bonito, pero a veces puede hasta llegar a molestar".
The Shortwave Set lo tenían, y lo tienen, todo para reorientar el indie de las islas hacia caminos más sombríos, más acorde con los tiempos de crisis que se avecinan. Cuando el Dow Jones se pone tonto, al revés que la moda, el pop no vende un futuro optimista, sino que se regocija en su presente abyecto. Pero no ha pasado. "Bueno, tampoco es tan importante que pase", comenta Pettitt. "Nos han sucedido muchas cosas que aún hoy debemos asimilar, así que no creo que estemos preparados para un salto a la popularidad demasiado brusco. Si bien nuestra música jamás creo que venda millones, sí que es cierto que hace dos años, cuando debutamos, éramos algo demasiado raro y demasiado contracorriente en un universo dominado por fans de Franz Ferdinand. Ahora las cosas pueden ir mejor para nosotros, tal vez logremos llamar la atención del público, que empieza a estar algo harto de bandas tan uniformes".
Andrew y sus dos compañeros en la banda, la guitarrista y vocalista de origen sueco Ulrika Bjorsne y David Farell, sampleador y dj de vieja escuela, pasaron años definiendo su sonido y su ética de trabajo en un piso compartido. Allí tocaban instrumentos viejos que adquirían en el vecino mercado de Greenwich. Una vez al mes se acercaban al centro de Londres, donde organizaban The Pawn Shop, un club en el que se intercambiaban las colecciones de discos de los miembros de la banda por cualquier artilugio que el público pudiera traer y con él que ellos pensaran que podían hacer una sopa o escribir una canción. "Fueron tiempos maravillosos. Confusos, pero gloriosos. De los que definen el devenir de un grupo. Ahora todo es más difícil. Tratamos de no perder esa espontaneidad, pero es complicado. Creo que este disco es, en muchos aspectos, más optimista que nuestro debut. Lo que hemos querido mantener es esa textura inquietante; y ahí el trabajo de Brian, quien ha vivido también en Depford y sabe lo que es un barrio inquietante, ha sido vital. Algo malo va a suceder. Me encanta esa idea". ¿Y si pasa algo bueno? "Pues nos jodemos".
Replica sun machine está editado en Wall of Sound / Pias. www.theshortwaveset.com/
ESTOY DE MODA
Danger Mouse, el alias del estadounidense Brian Burton, es la marca que hoy todos desean.
Es un auténtico rey Midas, aquel tipo misterioso que fusionó el White album de The Beatles y el Black album de Jay Z en una cosa completamente ilegal, que colgó en Internet y consiguió un millón de descargas, es hoy el productor más deseado. Él, hiperactivo, elige cuidadosamente a quién toca su mano de oro. Aquí van tres.
Martina Topley-Bird
The blue god, el segundo largo en solitario de la niña del trip-hop, ha sido producido por la mitad de Gnarls Barkley. Se conocieron durante la grabación del segundo largo de Gorillaz, producido por Burton.
Beck
El último disco del californiano lleva la firma de Danger Mouse. "Yo siempre he sido algo vago. Me cuesta centrarme durante mucho tiempo. Al grabar con Danger Mouse he debido cambiar de hábitos", comentaba Beck.
The Black Keys
Tal vez la producción más
inesperada del miembro de Brian Burton sea la del cuarto disco (Attack and release) de este dúo, brillante combo de blues cavernícola mutado a banda de rock de primera división en este largo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.