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Días de diversión

"Aquellas 'txosnas' eran de papel higiénico y mecanotubo"

Comparseros veteranos recuerdan 30 años de Aste Nagusia

Unos curiosos sujetos ataviados con camisetas rojiblancas que se proclaman "marxistas de Groucho" fueron hace 30 años los principales responsables de la transformación de las insípidas fiestas de Bilbao en la multitudinaria Aste Nagusia. Era la comparsa Txomin Barullo, que se mantiene como una de las más emblemáticas y numerosas desde la primera edición. Veteranos de las primeras comparsas han rememorado para EL PAÍS los inicios de la fiesta en su 30º aniversario.

"La gente es la que ha creado las fiestas. Nosotros crecimos según lo pedían"

Los toros y el teatro eran en 1977 prácticamente la única oferta festiva de un Bilbao que se quedaba totalmente desierto cuando llegaba agosto. El colectivo que gestó Txomin Barullo ganó un concurso de ideas convocado bajo el patrocinio de El Corte Inglés para revitalizar las fiestas. El proyecto proponía convertirlas en un evento popular impulsado por los movimientos sociales que mezclaba tradiciones de otras festividades, como los sanfermines. Así nacieron la bajada de comparsas, el recinto de txosnas y símbolos como Marijaia (los comparseros recuerdan a su compañero Josepe Zuazo como artífice de la mayoría de ideas), cuya frescura convirtió a las fiestas en una cita estival ineludible.

"En plena efervescencia política y del movimiento vecinal, las primeras comparsas de barrio, como Sama-Siku de Santutxu, eran impresionantes, pero las que más hemos sobrevivido somos las de los movimientos sociopolíticos", recuerda Fernando Toja, de Hontzak. El espíritu reivindicativo es una de las principales señas de identidad de estas comparsas, que se comprometieron a expresarlo sólo de una manera lúdica.

Desde el primer año, "la afluencia desde los pueblos desbordó las infraestructuras", afirma Carlos Alonso, de Bizizaleak. "Fue toda una sorpresa. La gente es la que ha creado las fiestas de Bilbao, porque nosotros hemos crecido a medida que lo demandaban", añade. Y eso que el escueto presupuesto no permitía la espectacularidad actual. "Las primeras txosnas eran de mecanotubo y toldos de camión viejos, decoradas con rollos de papel higiénico", recuerda entre risas Julia Toja, de Pinpilinpauxa. Escapes de gas, kalimotxo mezclado en cubos de basura y zarzas como elemento decorativo son otras insólitas muestras de precariedad de esos primeros años.

También había espacio para las buenas intenciones: "En Mamiki no vendíamos alcohol. El discurso era que provocaba violencia y que la diversión giraba en torno a la borrachera", relata la feminista Tere Maldonado. "Pero se daba la contradicción de que nosotras llegábamos al turno bebidas", apostilla su compañera Marijo Sola.

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"-Un kalimotxo". "-No vendemos alcohol". "-¿Y esa botella de pacharán?" "-Eso es para consumo propio", parodia Alonso, cuya txosna también vetó el alcohol durante años. "Era todo tan ingenuo y espontáneo... Las primeras bajadas eran desde la Basílica de Begoña. ¡Toda una cuadrilla de ateos en alegre biribilketa!", exclama Raquel del Olmo, de Txomin Barullo.

El intento en 1980 del alcalde Castañares de excluir a las comparsas de la organización consolidó el modelo popular de fiestas, pues la gente "reaccionó boicoteando el programa oficial", defiende Fernando Toja. Más tarde, añade Del Olmo, llegaron las críticas de los hosteleros a las txosnas: "Se quejan de competencia desleal, pero son los más beneficiados por la eferverscencia festiva. Antes cerraban porque no tenían clientela y no somos competencia porque ofrecemos diferentes servicios". "De hecho, siempre hemos reclamado que pusieran terrazas y nos parece bueno que existan diferentes ambientes", coincide Julia Toja.

Pese a la frescura de esos tiempos, lo único que añoran es "tener treinta años menos". Recalcan las drásticas mejoras en limpieza, seguridad y recursos. "En los ochenta, el rock radical, el speed y la crisis provocaban más agresividad. Ahora hay buen rollito", considera Maldonado. Luisa Menéndez, también de Mamiki, añade "la tranquilidad generada por el consenso de las comparsas de no aceptar comportamientos machistas ni homófobos".

Sin embargo, todos subrayan la necesidad de seguir defendiendo el modelo de autogestión: "El Ayuntamiento quiere unas fiestas finas. No admite que su carácter popular es la clave del éxito".

Comparsas clásicas

- Arrainak (1978): Ligada a la tarea de las comparsas.

- Bizizaleak (1978): Ligada a Ekologistak Martxan.

- Hontzak (1978): Libertaria.

- Kobeta Mendi (1978): Impulsa proyectos sociales en el barrio de Altamira.

- Mamiki (1979): Feminista.

- Moskotarrak (1978): Labor recreativa y benéfica.

- Pinpilinpauxa (1978): Por la libertad sexual.

- Satorrak (1978): Gente diversa unida por la fiesta.

- Tintigorri (1978): De Deusto.

- Txomin Barullo (1978): Su nombre homenajea a un popular juerguista bilbaíno.

- Uribarri (1978): Comparsa de dicho barrio.

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