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Reportaje:EL ÚLTIMO SMS DE RUBÉN | Catástrofe aérea en Madrid | Las víctimas mortales

"El avión está dañado. Despegamos con retraso. Ya no puedo salir"

Rubén Santana no iba a estar en ese avión. Tenía previsto su viaje para la noche del miércoles. Pero se enteró de que quedaba una plaza libre en el vuelo de las 13.00 y decidió cambiarlo para ganar unas horas. Una vez dentro, mientras esperaba el despegue, mandó un mensaje a su familia en el que les decía que el avión estaba "dañado" y que saldrían con retraso. "Su mujer pensaba que todavía no estaba montado", contaba ayer Javier Chevasco, un amigo de la familia. "Le respondió diciéndole que no se montase. A los pocos minutos volvieron a recibir un SMS: 'Ya no nos dejan salir, está todo cerrado'. Fue su último mensaje", explica.

Ruben, de 45 años, era camionero y acababa de casar a su hijo. "¿Y quién me lleva ahora a mí al altar?" se desesperaba su hija Herica, de 22 años, en el pabellón de Ifema pocas horas después de la tragedia. Viajaba a Canarias para ver a su madre y a su familia. Nació en Mogán y era el pequeño de 14 hermanos. Tenía el sueño de poder por fin comprar una casa. Vivía de alquiler en tres Cantos, a las afueras de Madrid, donde trabajaba como autónomo en su empresa de transportes. Pero en el pueblo era más conocido por su labor en la iglesia evangélica, a la que estaba entregado como copastor. "Era un hombre bueno, querido y respetado, con una fe impresionante. La mejor persona que he conocido. Cada vez que tenía ocasión se lo decía", relata Chevasco.

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Un reguero de familias destrozadas

Elisabet Suárez, amiga de la familia y directora del ministerio de obra social de la comunidad bautista de Madrid, ha estado visitando a los allegados varias veces desde que se produjo el accidente. "Era un evangelizador, estaba entregado a la iglesia, que su muerte sirva para que la gente sepa que es distinto morir con Dios o sin Dios", afirma.

Ruben Santana, padecía de epilepsia estaba casado y tenía tres hijos: Herica, Dónovan, de 20 años y Jonás, de 18. Ayer sus restos reposaban en la sala ocho del tanatorio de tres cantos y mañana será trasladado a Canarias.

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En el tanatorio reinaba un ambiente de desolación. Según sus allegados, todos permanecieron enteros hasta que vieron el féretro, cuando se derrumbaron. A la esposa de Rubén le entró un ataque de ansiedad y tuvo que ser atendida por los servicios de emergencias de la Comunidad de Madrid. Uno de sus hijos estaba semiacostado frente a la vitrina abanicándose, ido, sin hablar ni responder a quien le hablaba, informa Rebeca Carranco.

Rubén Santana.
Rubén Santana.
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