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El museo sobre un bandolero en El Borge indigna a la Guardia Civil

El controvertido personaje del siglo XIX causó numerosas bajas a la Benemérita

Juan Diego Quesada

Un forastero cuestionó la puntería de Luis Muñoz García, conocido como El Bizco. El pistolero, enrabietado, agujereó con su carabina el punto más alto de El Borge: la veleta de la iglesia. Desde entonces dice la gente del pueblo que la veleta no ha parado de dar vueltas, igual que la figura de su protagonista, un controvertido y sanguinario bandolero que fue en el siglo XIX el Enemigo Público número 1 de la Guardia Civil.

José Antonio Ponce, el alcalde este pequeño pueblo de la Axarquía, está obsesionado con el personaje. Escribe una novela sobre sus andanzas y en los últimos años ha impulsado la construcción de un hotel rural en su honor, que ahora también será un museo. La idea no ha gustado nada a los miembros del Instituto Armado.

El secretario de comunicación de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Andalucía, Francisco Pérez, opina que "todo lo que sea homenajear a todo aquel que haya asesinado a miembros del cuerpo, en la época que sea, es una vergüenza". "Nos parece poco ético alabar a una persona que ha estado al margen de la ley", añade. El coronel Osuna Pineda, en su tiempo, retrató a El Bizco como un tipo sin escrúpulos, despiadado, que causó numerosas bajas entre sus hombres. No hay una cifra exacta, pero los documentos históricos atestiguan al menos siete muertes.

El alcalde, en cambio, cree que El Bizco, nacido en 1837, representa la voz rebelde del campesinado andaluz, en una época de reinado de Fernando VII en la que el cacique y el terrateniente dominaban. "Me duele que los pistoleros americanos como Jesse James o Billy el Niño fuesen famosos y aquí nos rasgamos las vestiduras", lamenta.

Antonio Gaspar, portavoz en Málaga de la asociación de guardias civiles, exige una mayor sensibilidad ante las víctimas y que de igual modo se les rinda homenaje. "Ellos no eran los malos de la película", dice.

El Bizco, alto, fuerte y con una puntería envidiable, lideró una temible banda de seis pistoleros que campó a sus anchas por Sierra Morena. Algunos cronistas e historiadores le tachan de criminal; otros de valiente y justiciero. Lo cierto es que es una leyenda que sigue creando polémica.

Desde que se retiró, el socialista Antonio Fernández Pendón,alcalde de este pueblo durante 16 años, pasea por la mañana, después se bebe unos chatos de vino y habla de fútbol y de política. También últimamente lo hace de El Bizco. "Ponce pilló la fiebre con el bandolero", explica, "cuando se trata en realidad de un criminal que lo mismo mataba señoritos que pobres". No está conforme con que tenga una calle a su nombre en el pueblo, y desconfía incluso de que naciese donde ahora está el hotel. Todo forma parte de una leyenda, con lo que eso conlleva de verdad y mentira. "Mucha literatura", ahonda.

El Bizco, en 1888, vio el momento de retirarse, de tener una vida más tranquila. Fue a Lucena a buscar un botín que había escondido en una finca. Allí murió en extrañas circunstancias, envenenado primero y después supuestamente rematado por la Guardia Civil. Su muerte es un misterio, como todo lo que le rodea.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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