"Mientras nadan, cuentan del 1 al 8"
Salvador Niebla (Ceuta, 1960) es un músico académico y polifacético. Trabajó con Miguel Ríos, Serrat, Enrique Morente y la Orquesta Mondragón, y estableció un récord Guinness de 27 horas tocando la batería sin interrupción. Ahora participa en los Juegos de Pekín gracias a su colaboración con la seleccionadora española de sincronizada, Anna Tarrés. Las nadadoras, Gemma Mengual y Andrea Fuentes, que ayer se clasificaron en segunda posición para la final de dúos, recurren a él para que les dé las notas exactas, los sonidos precisos, para poder expresar su talento.
Pregunta. ¿Cuál es su mayor contribución al equipo?
Respuesta. La rutina libre es la parte más artística de la prueba, y es donde los árbitros suelen puntuar mejor. Para este ejercicio hemos intentado aportar una obra muy personal que es como un traje a medida para las nadadoras, confeccionado según sus exigencias y de acuerdo con un plan diseñado con Anna Tarrés. El tema es como un ballet. La sincronizada está en el límite entre el arte y el deporte. Es un ballet acuático. Para que sea un buen ballet, las chicas deben poder expresar algo con sentido artístico. Lo mejor es componer un tema que tenga una coherencia de principio a fin. A veces, los equipos de sincronizada se autolimitan con mezclas de discoteca que no les ayudan.
"Para que sea un buen ballet, las chicas deben expresar algo con sentido artístico"
P. ¿Por qué eligieron África como tema?
R. Nos pareció interesante por su atractivo rítmico, y por la cantidad de folclores, que son las fuentes musicales de la música moderna. Dan elementos muy interesantes que sirven para transmitir la idea de la magia de la naturaleza. Al principio hay influencias de danzas de los pigmeos, con sonidos que recuerdan a las mujeres golpeando el agua con las manos para ayudar a sus maridos a pescar. Luego nos hemos inspirado en sonidos de Dakar y en los tambores de Burundi. No da para más. Sólo puede durar cuatro minutos.
P. ¿Qué condiciones impone la competición a África?
R. Hay ejercicios técnicos de gran dificultad que las nadadoras tienen que hacer necesariamente si quieren obtener más puntuación. Hay elementos que son claves: maniobras con piernas, saltos, aceleraciones. Todos estos puntos se tienen que introducir en la obra para acompañar a las nadadoras, y exigen un formalismo a la composición. Son como los bolsillos del traje.
P. ¿Cómo hacen las nadadoras para llevar el compás bajo el agua?
R. Mientras nadan están contando constantemente del uno al ocho. Cada compás tiene ocho tiempos. Para ellas la pieza es una estructura numérica. Por ejemplo, en el primer compás, en el punto siete levantan la pierna. En el siguiente, en el punto siete levantan la mano. Cada número del compás se traduce en un gesto. Ellas lo dividen todo en ocho y lo van colocando por compases. Detrás de cada rutina hay una labor intelectual brutal porque la cantidad de compases es muy grande y los tienen que saber de memoria. Es como una partitura numérica con compases binarios. Los chinos también escriben las notas con números. El ballet tiene un sistema parecido. Yo, cuando las conocí y las vi cabeza abajo en el agua, dije: '¡Esto es bestial!'. No sólo tienen que nadar sin respirar. Tienen que descodificar un sistema. Mengual no sólo es una gran atleta, sino que posee una plasticidad y unas cualidades expresivas que la hacen única como intérprete.
P. ¿Qué sonidos se escuchan mejor bajo el agua?
R. Aunque el agua es buen conductor, es necesario introducir arreglos percusivos más agudos. Se hace con sampleador, una base de datos de efectos sonoros: lluvia, gotas, ríos...
P. Dice Mengual que sus arreglos la ayudan a superar momentos complicados cuando está sumergida. ¿A qué se refiere?
R. Para los ejercicios de dúo ellas han elegido una kalinka, el clásico ruso, y el Requiem del fuego, de Nicholas Lens. Ocurre que son temas que no están pensados para ser bailados bajo el agua. La rítmica no está muy clara. Para bailar en una piscina necesitas marcar muy bien los tiempos.
P. ¿Y en qué consisten sus arreglos?
R. La kalinka está interpretada con una balalaika, y el problema es que el ritmo no se mantiene constante. Cambia de velocidad. Hay momentos de lentitud, en los que hay un espacio. Esto puede desorientar a las nadadoras para contar los compases. Estamos hablando de dos chicas que tienen que hacer el mismo gesto en la misma centésima de segundo. Si se descoordinan pierden puntuación. Para evitarlo, en esos espacios he introducido secuencias rítmicas que sirven de orientación y les ayudan a contar. En la kalinka, el engranaje rítmico lo hice con unas panderetas. En los trozos espaciados de Flamma he introducido instrumentos de percusión punzantes: tambores toms, un triángulo y un cencerro. Hacen un sonido, cloc-cloc-cloc, que marca muy bien el ritmo y se escucha bajo el agua. Sin esas referencias correríamos el riesgo de que una levante la pierna antes que la otra. Con los arreglos se echan al agua con más seguridad.
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