La fuerza de la mensajera
Al Gassra, de Bahrein, se clasifica para las semifinales de 200 metros tras correr cubierta de pies a cabeza
Rogaya al Gassra pasa con el pecho aún agitándosele por el esfuerzo. "No puedo, no puedo", dice mientras niega con la cabeza sin que se le mueva un solo pelo: ganó (22,76s) su serie clasificatoria para las semifinales de los 200 metros cubierta de los pies a la cabeza, los brazos escondidos hasta las muñecas y las piernas hasta las suelas.
Al Gassra, de Bahrein, cruzó la meta, besó el suelo y empezó a mover sus brazos ritualmente hacia el cielo con gesto reconcentrado. Luego, ante la prensa, sólo habló en árabe. En inglés fue requerida repetidas veces antes y mientras se marchaba camino del vestuario. Sólo musitó unas palabras mientras cargaba con su mochila y eludía cualquier mirada desde sus espesas pestañas maquilladas. "Estoy feliz. No puedo, no puedo hablar. Mañana". "Conozco a Rogaya desde 2006", explicó la francesa Muriel Hurtis-Hourari, segunda, "y creo que el hecho de que esté aquí demuestra que algunas cosas están cambiando en los países árabes".
Al Gassra fue la niña a la que las profesoras enviaban como enlace de sus mensajes. Así de rápida era. Hoy, con 25 años, es una atleta profesional que se entrena seis horas al día, seis días a la semana, y que estudia empresariales mientras trabaja su tiempo de reacción en los famosos campos de entrenamiento de Formia, en Italia.
El gran momento, sin embargo, le llegó en Atenas 2004. Al Gassra se enfrentó a los fundamentalistas de Aali, su pueblo, que se oponían a verla sobre una pista de atletismo, y corrió los 100 metros. Fue la primera mujer de Bahrein que competía en unos Juegos. Algo debió de cambiar aquello cuando en Pekín ha sido la abanderada de su delegación en la ceremonia inaugural. "No me fijo en cómo visten las demás. Tan solo pienso en la meta", dice.
Al Gassra es la campeona asiática de los 200 metros. Su nombre, sin embargo, vive unido a su vestimenta. "Mucha gente me pregunta sobre el hiyab", dijo antes de llegar a Pekín; "para los extranjeros, es muy extraño. Algunos piensan que me lo pongo porque estoy despeinada. Hay algo muy especial en llevar el hiyab islámico. Me da fuerza. Siento mucho apoyo de la sociedad porque estoy vistiéndolo. Está relacionado con el corazón".
La atleta de Bahrein vuelve a correr hoy en busca de la final de los 200 metros. Sale con la sexta mejor marca de las series. Y tiene un compromiso, un objetivo de calado social: rescatar para el deporte a todo un colectivo.
Lo dijo en 2006, nada más ganar los 200 metros en los Campeonatos de Asia: "Se lo dedico a las mujeres árabes".
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