El triunfo del 'reggae power'
Estados Unidos lleva camino de quedarse a cero en velocidad por primera vez desde 1976 mientras que Jamaica puede conseguir un pleno olímpico
Minutos antes de que Usain Bolt volviera ayer por segunda vez a la pista, una cara de niña llenó las gigantescas pantallas del Nido, una jovencita que no podía aguantarse la risa al ver su aparato dental tan bien publicitado. Así escuchó el himno de Jamaica desde lo más alto del podio Shelly-Ann Fraser, la inesperada campeona olímpica de los 100 metros, acompañada por dos compatriotas, las ligeramente más veteranas Kerron Stewart y Sherone Simpson, que compartían la plata. El gigantesco salto cualitativo de la campeona, de 21 años, como Bolt, personifica el éxito colectivo de la isla caribeña.
Hace dos años, Fraser tenía una mejor marca de 11,74s, prácticamente un segundo peor que los 10,78s que le valieron para proclamarse campeona olímpica con una ventaja de dos décimas sobre sus compatriotas, exactamente la misma de Bolt sobre Thompson. La suya es una progresión tan prodigiosa como la de la velocidad jamaicana, masculina y femenina, que hasta Pekín aún no tenía ningún campeón olímpico en la prueba reina.
"No busquen mucho", dijo Fraser, quien ni siquiera es la campeona de Jamaica. El campeonato nacional tuvo tal nivel que las cuatro primeras, comandadas por Stewart, bajaron de 11s. La cuarta era la campeona mundial, Veronica Campbell, que se quedó fuera de los 100 metros. "Nuestro secreto es el reggae power, el ejemplo de Bolt. La noche del sábado no lo pude ver porque me pilló en el autobús, pero, cuando llegué a la Villa y me enteré, no pude evitar decirme: 'Eso lo tengo que hacer yo también", comentó.
Ninguna de las grandes damas del atletismo jamaicano, ni la eterna Merlene Ottey -siete veces medallista olímpica, nunca campeona, en los 100 y los 200 metros-, ni Juliet Cuthbert, ni Grace Jackson, ni la pionera Cynthia Thomas, finalista en Londres 1948, alcanzaron tanto en tan poco tiempo. La única que se le acerca es Campbell, campeona olímpica de los 200 en Atenas. Y quizás ninguna de las jóvenes se hayan dejado guiar tanto por el ejemplo de las históricas, y ni siquiera del idolatrado Bolt, como por el de Asafa Powell, el primer joven de gran talento que decidió quedarse en Kingston en vez de emigrar con una beca a una universidad estadounidense como era la costumbre antes, la única salida de un país tan pobre para muchos jóvenes, como había hecho su hermano mayor, que murió en Tejas. Powell se quedó y demostró que se podía ser bueno sin salir de casa. De repente, se puso de moda entre los niños ser atleta.
Todos los periodistas de medio mundo que han acudido este verano a Jamaica para informar de lo que allí ocurre han regresado contando la misma historia, la de la locura de los campeonatos escolares de atletismo, una competición capaz de congregar a más de 20.000 espectadores que abarrotan un fin de semana el estadio Nacional de Kingston para ver correr a colegiales de 14 años. De allí salió el joven portento Bolt.
"Antes, todos querían ser futbolistas", cuenta Don Quarrie, el venerado campeón olímpico de los 200 metros en Montreal 1976; "ahora todos quieren ser sprinters. Esto sólo significa una cosa: vamos a ser mucho mejores aún en el futuro".
El esperado triple de los vallistas largos de Estados Unidos, el veterano Angelo Taylor, Kerron Clement y Bershawn Jackson, transformó completamente la posición del atletismo del imperio en el medallero, que hasta ese momento contaba con un oro tan raro como el del disco femenino -cortesía de Stephanie Brown- y un bronce en 10.000 femeninos, heptatlón y 100 metros masculinos. El número no maquilla, sin embargo, el riesgo que corre la velocidad estadounidense, que busca su renovación después de la limpia del caso Balco. Si Dix no lo remedia en la final de los 200 metros -no parece que sea posible: ayer, en las dos series, Bolt, con un gran sentido de la economía, corrió lo justo, unos 120 metros o así por carrera, para pasar a las semifinales de hoy- o si Allyson Felix no recupera las piernas que le hicieron volar en Osaka, el primer cero estadounidense en velocidad desde Montreal 1976 -excluido, por el boicot, Moscú 1980- podrá coincidir con el primer pleno jamaicano, la isla de 2,8 millones de habitantes que ha encontrado un filón en Bolt. Y aún les quedan los relevos el fin de semana para escenificar de la manera más teatral el dominio, el triunfo del reggae power.
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