"El que canta un 'goig', reza dos veces"
Santiago Casanova ha reunido miles de cantos dedicados a la Virgen, a Cristo y a los santos
Para ser un buen coleccionista, uno debe ser riguroso, constante y disciplinado, y de todo eso sabe un rato mosén Santiago Casanova (Forcall, 1922), que a sus 86 años y en pleno verano viste todavía una sobria y bien abotonada sotana negra. Como ha hecho siempre, como marca la tradición. La suya no es una colección cualquiera, basada en el atractivo material de una serie de objetos mundanos, sino que guarda una estrecha relación con el Altísimo, por así decirlo. Cuando era seminarista comenzó a recopilar goigs (gozos), un tipo de composiciones poéticas populares que se cantan a la Virgen, los santos y a algunas devociones concretas en actos religiosos de un cierto relieve; y tras una vida de dedicación ha llegado a reunir miles.
Casanova encontró uno de los restos humanos más antiguos de Cataluña: una mandíbula de neandertal
Hoy pueden consultarse en el archivo histórico de Sitges, donde ocupan unos tres metros lineales en una de sus estanterías. Con un repaso a sus carpetas puede intuirse la difusión que han tenido por todo el territorio de habla catalana desde el siglo XVII y cómo han servido de vehículo para difundir la lengua y el valor literario de algunas composiciones, firmadas, entre otros, por Jacint Verdaguer y Joan Maragall.
"Yo nunca he sido el típico coleccionista, no he ido nunca detrás de un goig u otro, simplemente me he dedicado a recopilar todos los que pasaban por mis manos", explica el mosén con un hilo de voz en la residencia barcelonesa de Sant Josep Oriol, mientras el calor de las tardes de verano aprieta. En su modesta habitación guarda todavía libros de gozos, algunos de ellos editados por él mismo, y pedazos de madera de boj tallados con la imagen de la Virgen que han sido empleados para hacer los grabados de las ilustraciones.
Aunque no se extiende demasiado al hablar de su vida, Casanova ha sido un sacerdote inquieto: impulsor de una asociación montañesa en Sitges; promotor de la construcción de varias creus de termes; profesor de Ciencias Naturales en el seminario de Barcelona; paleontólogo aficionado (llegó a descubrir algunos fósiles de caracolillos en Forcall que llevan su nombre: casanovina forcali y tornatellaea casanovai)... No todo el mundo puede presumir de haber contribuido al avance de la ciencia.
Aunque su mayor aportación, ésta sí recogida en las revistas de investigación, es sin duda la de la mandíbula de neandertal que encontró en la cueva del Gigante, en Sitges, y que es uno de los restos humanos más antiguos descubiertos en Cataluña. Lo curioso del caso es que el hallazgo se produjo hace 50 años, pero su importancia paso inadvertida hasta hace poco. En 2002 y mientras buscaban información sobre los pobladores del Garraf, dos investigadores, encontraron la mandíbula junto a unos huesos de animales que el sacerdote había entregado al archivo. Allí permaneció oculta medio siglo más. Menos mal que el responsable del fondo documental, Xavier Miret, la conservó y hubo un final feliz.
Miret también cuida con mimo de los goigs de Casanova. "Antes no había capilla o parroquia que no tuviera los suyos", recuerda el mosén, que reivindica el vigor del género y asegura que en algunas localidades el canto de estas poesías populares reúne a un buen número de fieles. "El que canta reza dos veces, como decía san Agustín", cita Casanova cuando le preguntan el porqué de su dedicación.
Algunos de los que guarda en su colección pertenecen a Sitges, donde vivió desde pequeño, como el Goig de la gloriosa i benaventurada Verge Maria del Vinyet, que comienza diciendo: "Vós que en culta jerarquia / triomfeu amb goig perfet: socorreu-nos nit i dia / Verge santa del Vinyet".
Los gozos suelen estar escritos en versos heptasílabos y estrofas de seis versos y se encuentran habitualmente en hojas DIN A-4 con grabados como ilustración. Los originales conmemoraban las siete alegrías de la Virgen (la anunciación, el nacimiento de Cristo, la adoración de los Reyes, la resurrección, la ascensión, la llegada del Espíritu Santo y la asunción). Aunque con el tiempo se han ido dedicando también a Jesucristo, los santos -entre las advocaciones más populares están las de san Roque y san Sebastián contra la peste-, las vírgenes de cada localidad y a plegarias para que llegara la lluvia y las buenas cosechas.
El interés de mosén Casanova por los goigs despertó antes de la Guerra Civil cuando vio un libro que había en el archivo parroquial de Sitges del que se quedó prendado. Durante el conflicto se destruyó, y una vez acabada la guerra se decidió a editar una nueva edición facsímil para recoger los gozos que se habían perdido. Después continuó la colección y escribió incluso alrededor de 20, de algunos hizo hasta la ilustración, tallando pacientemente el grabado en la madera, como un artesano de los de antes. Hoy todo ello está en el archivo de Sitges para que el tiempo no acabe por completo con una tradición oral tan arraigada.
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