Para Julio Iglesias la vida ya no sigue igual
El cantante regresa a Benidorm, donde empezó su carrera hace 40 años
Melancólico, nostálgico y emotivo se presentó Julio Iglesias el sábado por la noche en el concierto que ofreció en la plaza de Benidorm (Alicante). "Fue aquí, creo que fue justamente aquí", recordó, "aquí hace 40 años empecé mi carrera, unos que nacen, otros morirán", tarareó al público que no le dejó continuar entre aplausos.
El cantante, de 64 años, se emocionó 40 años después de iniciar su andadura musical en la misma plaza de toros en la que triunfó en el festival de Benidorm. Pero la vida no sigue igual, el concierto no logró el lleno absoluto. Poco más de 2.000 personas pagaron la entrada, cuyo precio oscilaba entre 75 y 300 euros, el recinto tiene capacidad para 7.000 personas y la organización cifró la asistencia en 4.000, muchas de las entradas habían sido regaladas por el Ayuntamiento. Al final, cuando empezaron las canciones de regalo, la organización abrió las puertas de par y par y el coso se llenó.
El cantante madrileño se esforzó en casi dos horas de recital en ganarse a un público formado por nostálgicos de la época dorada del cantante del autobronceado y los pantalones de lino, que se emocionaba cada vez que Julio Iglesias nombraba la palabra España, "es que yo soy un truhán, soy español, soy un truhán de Benidorm". El intérprete rememoró su presentación en julio de 1968. "Estaba convaleciente y muy nervioso, un amigo me empujó y salí al escenario con las manos en los bolsillos", recordó, "parece que fue ayer, en esta misma plaza, y en este tiempo han pasado tantas cosas...", confesó.
Fue ahí, en Benidorm, donde hace cuatro decenios que Iglesias ganó el Festival Internacional de la Canción, que dejó de existir hace dos años por caduco y obsoleto. Aquel evento sirvió a él y a otros artistas, como Raphael, para encumbrarles a la fama. Tras sus inicios en los años setenta el festival decayó, pero volvió a recobrar un nuevo impulso con la llegada de Eduardo Zaplana a la alcaldía de Benidorm, en 1991. El político del PP se encargó de encomendar al intérprete de Gwendoline promocionar este evento y reactivarlo.
Como premio por esta labor, en el parque de la Aigüera de Benidorm el cantante tiene una estatua y el nuevo auditorio lleva el nombre de Julio Iglesias. Pero el idilio entre ambos sólo acaba de empezar. Cuando el político llegó a la presidencia de la Generalitat valenciana, Julio Iglesias encarnó la imagen promocional turística de la Comunidad Valenciana por todo el mundo, fue entonces cuando el multimillonario cantante se asoció con el constructor Andrés Ballester (ex presidente del parque temático Terra Mítica) para construir miles de viviendas en la Costa Blanca. Ahora, los tres personajes ya no están en el primer escalafón de la escena pública, aunque Julio Iglesias se esforzara en cantar aquello de "al final la vida sigue igual".
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