"No nos han dado opción"
Vivi Ruano y Anabel Medina, plata tras caer ante las arrolladoras hermanas Williams
Mientras Anabel Medina veía cómo Virginia Ruano recibía la visita del fisioterapeuta, las hermanas Williams, Venus y Serena, arreaban raquetazos al aire con la mirada perdida. Golpearon una y otra vez las estadounidenses una bola imaginaria. Se pusieron de espaldas a sus rivales mientras lanzaban mandobles. Y mantuvieron bien calentitas sus revoluciones. Ni entonces, con el partido parado, se frenaron las Williams, que dominaron de cabo a rabo la final olímpica de dobles femenino: 6-2 y 6-0. Ruano, plata en Atenas 2004 con Conchita Martínez, volvió a quedarse a un paso del oro. En Grecia consideró el metal un amargo regalo. En Pekín es un éxito construido con sus propias manos.
Medina: "Las derrotas no sientan bien, pero pronto apreciaremos esta medalla"
"Las derrotas no sientan bien, pero, cuando pasen las horas, apreciaremos esta medalla. Ahora te dices que no la quieres. Luego, le daremos su valor", dijo Medina. "No nos han dado opciones", cerró Ruano, la maestra del dobles. El secreto de la plata estuvo en su libro de jugadas, que durante años dominó el mundo del dobles femenino con la argentina Paola Suárez como pareja. Nadie en el abundante cuerpo técnico del equipo chino fue capaz de resolver el jeroglífico de la estructura de juego de las españolas. El sello de Vivi.
El fracaso de la dupla local en las semifinales provocó un tumulto del que sólo trascendió un quedo murmullo. El entrenador de Zi Yan y Jie Zheng, finalmente bronce, despreció en público los golpeos de las españolas. "Son muy suaves", dijo. La respuesta de las tenistas chinas proyectó luz sobre las razones del éxito de Medina y Ruano. "De hecho", dijo Zi Yan, "ése es el típico nivel de los equipos españoles. No son fuertes al ataque. Usan mucho topspin (efecto curvado) y no nos gusta ese estilo. Nos complica el resto. Cuando perdimos así en Roland Garros, intentamos aprender la lección y aplicar diferentes estrategias para responder a esa táctica. No tenemos ni buenas experiencias ni capacidad de respuesta contra eso".
Las españolas no se enfrentaron a cualquiera. Las hermanas Williams llevan años decidiendo cómo, cuándo y dónde ganan. Sólo la maestría de Justine Henin, retirada, y su falta de deseo competitivo, traducido en lesiones y sobrepesos, explican que su dominio del circuito femenino no haya sido continuo. Lo resumió la ironía de la conga de 15 españoles que animó la final entre los aplausos del escasísimo público: "¡Menos hamburguesas y más jamón!", gritaban los aficionados, infatigables pese a la opresora presencia de un marcador siempre contrario. "¡Vamos, chicas; vamos! ¡Vamos, España!".
El tenis, claro, se reconfirmó como el mejor vivero olímpico. Desde los Juegos de Seúl 1988 nunca ha dejado de aportar medallas. Ya son 11 -un oro, siete platas y tres bronces-, seis de ellas logradas en la modalidad de dobles. La última la consiguió ayer el segundo mejor dúo del mundo, que se subió al segundo escalón del podio. Pareja de plata.
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