Medalla sin color
Iker Martínez y Xabi Fernández ganan la plata en '49er' y aspiran al oro tras una queja a los jueces
Por un instante, se abrió el cielo, el mar se serenó y dejó de diluviar. Terminada la tempestad, Iker Martínez y Xabi Fernández encontraron el abrazo de sus compañeros de selección, que les felicitaron al llegar a puerto. Son medalla, al menos de plata, tras firmar ayer un primer puesto en la última regata de 49er, la medal race, pero se fueron a dormir (si durmieron) sin saber si volverán a casa con un oro o una plata al cuello después de una protesta presentada a los jueces por la actuación de la tripulación danesa. Los hasta ayer líderes, Ibsen y Darrer, sufrieron la rotura del palo de su barco antes del inicio de la regata, y utilizaron con algunas modificaciones el barco croata para competir (fueron séptimos y mantuvieron así el primer puesto). El director del equipo español, Alejandro Abascal, y el experto en reglamentación, Jordi Lamarca, aseguran que no se puede sustituir una embarcación completa por otra de otro país, y presentaron una queja. Los jueces se reunieron hasta la medianoche de Pekín, pero aplazaron a hoy su resolución. También los australianos pidieron suspender la prueba, pero su queja fue desestimada. Si los daneses son eliminados, Iker y Xabi conquistarán el oro. En cualquier caso, los vascos lograron para el 49er español otra medalla que sumar a los méritos de la vela olímpica, y ya van 16.
La tripulación danesa rompió el palo y navegó con el barco de los croatas
"Oro o plata, si lo peleas tanto como nosotros, es la bomba", cuenta Iker
"Los jueces han dicho que esperan un informe de los medidores de 49er, que deben dar validez a las piezas cambiadas por los daneses", explicó sorprendido Lamarca. "Fuese cual fuese el premio, hubiéramos estado igual de contentos, pero ahora...", se lamentó Iker Martínez. "A mí casi ya me da igual", explotó, harto, su compañero Xabier. Los dos son medalla porque se propusieron conseguirlo: "Ya dijimos que no íbamos a parar de pelear, que nos íbamos a dejar la piel en la regata por las medallas y alguien nos ha puesto a prueba en unas condiciones terribles. Tenemos el fruto de pelear como locos", dijo Iker. "¡Esto es la bomba!", zanjó exultante antes de saber que la batalla legal iba a convertirse en un calvario. La otra, la vivida sobre el mar, fue espectacular, vibrante pero menos tensa que la librada ante los jueces, que llegó a desesperarles.
Navegando en medio de una tempestad impresionante, lucharon contra vientos de más de 20 nudos, olas enormes que golpeaban sin aviso y que les tumbaron dos veces y nueve barcos que, como ellos, buscaron un tesoro con el puñal entre los dientes, nueve tripulaciones que naufragaron, una tras otra, tres veces los brasileños, otra el barco francés, más tarde el inglés, el estadounidense, el francés, el austriaco y también el italiano, a la par que el alemán, cuando ya esprintaban en ceñida rumbo a la medalla de oro. Entonces aparecieron Iker y Xabi y entraron primeros, pura raza de marinos vascos, sobreponiéndose a todo.
Ganaron incluso a un barco fantasma, con bandera y casco croata, tripulado por los daneses. Les bastaba un noveno puesto para colgarse el oro y fueron séptimos, pero con trampa, según varios equipos. Todavía en puerto, desplegaron el spinnaker y se pusieron a trabajar con él. "¿Qué hacen estos tíos jugándose el pellejo?", comentaron dentro el barco español al ver la imprudencia danesa. Minutos después, vieron cómo se les rompía el palo mayor. Trataron de cambiarlo y terminaron cambiando de barco.
"Se han equivocado, cuando el viento es tan duro hay que conservar", explicó Iker Martínez. "Nosotros hemos montado el spee para ver que estuviera todo bien y nos quedamos quietos 40 minutos". La veteranía es un grado y en el mar, mucho más. "La experiencia te dice dónde están los límites", razonaron los vascos. Al ver un barco croata navegando a su lado, Xabi Fernández le gritó a su patrón: "¿Qué cojones hacen esos entrenándose?" No entendían nada, pero bastante tenían. "El viento ha ido subiendo durante la regata y todos íbamos al límite, jugándonos las medallas. El problema no era el viento, era la ola difícil y complicada y que al lado teníamos a cinco barcos arriesgando muchísimo". Superado el vuelco en la virada, volvieron a tragar agua al trasluchar. "Son barcos complicados, rápidos y difíciles de manejar", aclaró el caña del 49er español, que zanjó: "Oro o plata, si lo peleas tanto como lo hemos peleado, es igualmente la bomba".
Explicó Martínez que hace año y medio estuvo a punto de dejarlo todo: "Las cosas iban muy mal, no estábamos contentos, yo estaba hecho polvo porque murió mi madre y no tenía ganas de seguir navegando". Reaccionó, se dio cuenta de que no iba a ningún lado, que no era su estilo abandonar a medio camino, que se había comprometido a hacer una cosa y que no era cuestión de si le apetecía o no: "Era mi obligación, no podía dejar a Xabi tirado ni a la gente que nos estaba ayudando en ese momento difícil. Hoy me acuerdo de mi madre más que nunca". Iker adelgazó hasta 64 kilos y Xabier bajo a los 77 para facilitar la navegación en un campo de regatas con poco viento.
Como ayer, como siempre, Iker y Xabi pelearon solos, lucharon, bravos, y sacaron botín en la batalla. Lo avisaron y cumplieron, palabra de marinero, estirpe de navegantes obcecados. Tienen un tesoro chino, pero se fueron a dormir sin saber su color. El caso es que ya le han arrancado dos medallas olímpicas al mar. Una, la de Atenas, de oro; la de ayer todavía está por ver. Y esa ya no depende de ellos.
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