Una tarde poco lucida

El primer astado de la corrida atendía por Aragonés y enfrente tuvo, precisamente, al diestro aragonés Paulita, que, a pesar de que el toro tardeaba, instrumentó un sólido muleteo de mucha firmeza y mando a base de consentir las no claras embestidas de su oponente. Brindó la faena de su segundo al doctor Sierra, cirujano jefe del equipo médico de la plaza y, de nuevo, estuvo firme y torero con un astado noble, pero poco enrazado y con el que todo lo hizo el diestro. Pinchó más de una vez ante la rechifla del indocumentado turismo.

El mexicano Alejandro Amaya, que ya había actuado en Barcelona en 2001 como novillero, se presentaba como matador de toros y llevó a cabo en su primero una faena en la que destacaron el temple y la lentitud de los muletazos. El animal fue poco codicioso y Amaya lo remató de una estocada hasta el puño. En el quintó lanceó muy templado de salida y en el último tercio volvió a demostrar que, aunque algo frío, torea con temple y muy despacio, a pesar de que su oponente transmitía muy poco. Falló con los aceros ante la protesta del turismo.

Ambel Posada, que también se presentaba en La Monumental como matador de toros, saludó a su primero con unas excelentes verónicas y con la muleta mostró deseos y buen corte, aunque no se confiase del todo ante una res que no humillaba. Con el que cerraba plaza volvió a mostrar su buen corte capotero y con la muleta, ante un astado semiinválido. No obstante, intentó mantenerlo en pie, sin obligarlo mucho y con pocas opciones para el lucimiento.